Lo que lo complica todo es hablar de la totalidad. Siempre y cuando no sea que Dios está presente en esta tierra que piso.
Presente en mis amores humanos. Presente en mis pasiones mundanas. Si así fuera todo sería posible.
Amando a mi cónyuge amo así totalmente a Dios oculto en esa carne amada. Amando mis proyectos y mi trabajo amaría en ellos al Dios oculto en mi vida diaria.
Siendo así es todo más sencillo. El todo tiene que ver entonces con el cielo y con la tierra.
No soy sólo espíritu, me pesa mi propia carne y los días se anclan en mi ser atándome a la tierra.
Hago un gran esfuerzo para soltar equipaje y caminar volando más ligero. Es lo que deseo en esta vida.
¿Amo correctamente?
Mientras sea capaz de amar todo irá fluyendo. Tal vez mi problema es que ni siquiera sé amar de la forma correcta.
Digo que sí, que amo, que quiero, que deseo, que me entrego. Pero detrás de estas palabras verdaderas se esconden engaños sutiles.
No estoy dispuesto a amar como Dios me ama a mí. No logro amar con ese amor divino que es ágape, un amor que desciende y se entrega renunciando a todo.
Un amor así implica una generosidad que a mí me falta. Amar de esa forma sólo puede ser por obra de Dios en mí.
A menudo me encuentro amando por interés. Amo para conseguir algo, para ser yo feliz.
Pero me importa menos que la persona amada sea más feliz que yo, o al menos tan feliz como yo.
Entrega incondicional
Me siento pequeño y veo que la vida no es tan maravillosa como pensaba. Y mi deseo por sobrevivir me hace ponerme a mí en el centro, no a la persona amada.
Me busco a mí y no pienso en aquel a quien amo. Ni siquiera sé amar a los hombres con todo mi ser, con toda mi alma, con todas mis fuerzas.
Si no lo consigo con aquel a quien veo y toco, ¿cómo voy a lograrlo con Dios que se me escapa en su Espíritu?
Me gustaría tener ese don del amor por el que suspiro. ¿Acaso no es mi amor un amor interesado y condicionado?
Quisiera amar de forma incondicional. Amar sin importarme cómo se comportan conmigo, cómo me tratan.
Amar sea como sea la vida de aquel a quien amo, sin tomar en cuenta sus defectos, sus caídas, sus infidelidades.
Amar desde el perdón, desde la confianza rota que sueña con ser reestablecida.
Jesús el maestro
Es tan difícil amar como Jesús me ama desde la cruz, perdonando porque no saben lo que hacen. Perdonando desde el dolor de la afrenta y la difamación.
Cuesta perdonar desde lo oculto, cuando he sido abandonado. Un amor así es un don que suplico cada mañana.
Amar así a Dios oculto en rostros humanos. Amarlo así dentro de mi alma, donde me habla y me dice que no me va a abandonar, haga yo lo que haga. Es un milagro y lo pido cada día.


Publicar un comentario