MADRID, 16 Ago. 18 (ACI Prensa).- El Obispo de San Sebastián (España), Mons. José Ignacio Munilla, denunció que el aborto y los ataques a quien piensa distinto son dos de las cuatro contradicciones de la sociedad moderna, pues ocurren a pesar de que se habla del derecho a la vida y se predica la tolerancia.
“Es evidente que en nuestra cultura comprobamos la existencia de multiplicidad de deseos, en forma de grandes contradicciones; de valores y de antivalores; de progresos y de retrocesos; de evoluciones y de involuciones”, señaló durante la Misa por la Solemnidad de la Asunción de María.
Una de las contradicciones, indicó, es que mientras “la solidaridad con los desheredados de la sociedad y del planeta” es un “valor en alza”, esta sensibilidad social con frecuencia se circunscribe a “determinados focos de atención mediática, ignorando otros dramas humanos que son ocultados; acaso por no ser considerados políticamente correctos”, como es el caso del “descarte” de los “no nacidos” a través del aborto.
Asimismo, señaló, “el diálogo y la tolerancia son valorados como puntales básicos de la convivencia. Nadie puede considerarse en posesión absoluta de la verdad; y en teoría, nuestra cultura ha entendido que es necesaria la apertura al que piensa diferente, como fórmula de crecimiento”.
“Pero la práctica nos demuestra que la realidad está lejos de este ideal teórico”, advirtió el Prelado, pues “lo cierto es que estamos siendo testigos de una creciente agresividad hacia el que piensa distinto; bien sea a través de las redes sociales, bien sea en la convivencia diaria, bien sea en el contexto de un ambiente social impositivo, en el que es perseguido quien se atreve a pensar de forma matizada”.
Mons. Munilla dijo que otra contradicción es que en la teoría “hemos crecido en la conciencia del mundo como una aldea global, como una gran familia, en la que compartimos un destino común. La concepción individualista de la existencia se revela como anticuada y superada”.
“Sin embargo, la realidad está muy alejada de este valor teóricamente en alza. Lo cierto es que nuestra cultura nos ha aislado: nuestras familias son frágiles y se desintegran con facilidad, la tecnología nos lleva a vivir aislados en una burbuja, y las amistades fuertes parecen más el recuerdo de un pasado que una realidad del presente. En definitiva, aunque el sentido comunitario de la existencia triunfa en la teoría, la vida real camina en sentido contrario, hacia la soledad”.
Asimismo, añadió, “en la teoría, hemos crecido en la conciencia del valor de la libertad, como expresión de la dignidad humana. La democracia se presenta como la forma de configuración irrenunciable de una sociedad fundada en la libertad humana”.
“Sin embargo, constatamos las graves consecuencias de una comprensión reduccionista del concepto de libertad, que olvida que la dimensión antropológica precede a la política. En efecto, nuestra cultura ensalza la libertad, como concepto político; mientras que genera ‘esclavos’ de forma verdaderamente preocupante. El crecimiento de multitud de adicciones en nuestra sociedad es la punta del iceberg, que deja patente la fragilidad y la inconsistencia del valor de la libertad entre nosotros”, indicó.
Ante ello, Mons. Munilla dijo que la frase del Papa Francisco en su encíclica Lumen Fidei: “Perdida la orientación fundamental que da unidad a su existencia, el hombre se disgrega en la multiplicidad de sus deseos”, permite “que podamos y debamos dirigir nuestra atención hacia una propuesta de esperanza. La sociedad no está condenada necesariamente a esa disgregación en una multiplicidad de deseos contradictorios. La coherencia es posible, en la medida en que existe una cosmovisión que conjuga los valores; y sin que estos se disuelvan en otros antivalores”.
“Antes que una ética, el ser humano requiere una clave de comprensión del sentido último de la vida, sin la cual nuestra existencia es inconsistente y huérfana… Por ello, no podemos sino concluir recordando el papel de María como estela luminosa del sentido de la existencia, ya que: El que olvida el punto de partida, no encuentra fácilmente la meta. Si el destino es confuso, el camino es incierto. Y cuando se emprende un camino equivocado, más y más, nos alejamos de la meta”, señaló.
Hemos sido creados para la gloria
Durante su homilía, Mons. Munilla dijo que “la solemnidad de la Asunción de la Virgen María al Cielo, en cuerpo y alma, nos recuerda a todos que nuestra meta es la gloria, es decir, el encuentro y la unión con Dios en la vida eterna”. “¡Hemos sido creados para la gloria!”, afirmó.
El Obispo de San Sebastián dijo a los fieles que la Virgen “nos ayuda a descubrir nuestro punto de partida, el de llegada, así como el camino, que como peregrinos, estamos llamados a recorrer”. “María es peregrina de la fe y portadora de la antorcha en la que brilla la luz de su Hijo, convirtiéndose así en estela para todos nosotros”, afirmó.
“¡Que María, la Madre Asunta al Cielo, nos ayude a descubrir el punto ‘de partida’, el ‘de llegada’, así como el ‘camino’ que hemos de recorrer en nuestra peregrinación!”, finalizó.
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