«En la cúpula de la iglesia de Raqqa ondea la bandera de Al Qaeda»
(Prisma/InfoCatólica) Jaume Vives Vives entrevista al ciudadano sirio Bashar Al Farah para el Diario El Prisma
Cuéntanos un poco tu historia: ¿de dónde vienes?
Ahora llevo viviendo en Barcelona desde hace casi 14 meses, pero nací, crecí y viví en Damasco durante toda mi vida. En mi familia, en la que somos cuatro hermanos, siempre hemos sido cristianos. Yo estudié Ingeniería Civil en Damasco y luego continué mis estudios y cursé un master oficial en Damasco también. Monté mi propio despacho de ingeniería en la ciudad y me puse a trabajar hasta que tuve que dejarlo todo para venir a Barcelona por culpa de la guerra. Ahora que vivo aquí estoy cursando un doctorado en Ingeniería Estructural en la UPC a la vez que trabajo en una consultoría de ingeniería.
¿Cómo es la situación en Síria?
En Siria conviven 16 confesiones diferentes, de las cuales los cristianos representan más del 7% de la población, y se encuentran repartidos en todas las provincias de Siria. Los cristianos existen en Siria desde el inicio, hace 2.000 años. De hecho, San Pablo conoció a Cristo a las puertas de Damasco y de ahí propagó su fe al resto del mundo. Cuenta la tradición que San Pablo en su momento perdió la vista cuando Dios lo tiró del caballo y fue ayudado por Ananías. La casa de Ananías, que es donde se convirtió San Pablo, es una iglesia ahora y sigue presente y activa. Se encuentra en el casco antiguo de la ciudad de Damasco y se hacen misas todos los días, incluso durante la guerra. San Pablo se dedicaba a perseguir a los cristianos, pero vio la luz y se convirtió en el defensor número uno del cristianismo.
Pero eso fue al principio, ¿cómo ha sido la evolución?
Los últimos 2000 años no fueron fáciles para los cristianos en Siria, más bien al contrario: hemos conocido épocas muy difíciles, sobre todo durante la ocupación otomana, los turcos. Pero el pueblo sirio siempre supo cómo enfrentarse a todos los agresores; cristianos, judíos y musulmanes presentaron muchos mártires en defensa de la tierra que compartíamos sin problemas y en la que convivíamos en paz. Nosotros los cristianos somos conscientes de que somos propietarios y originarios de esa tierra, una tierra de paz y amor en la que coexistimos con todas las religiones que existieron, pero hoy mi querida Siria vive una de sus etapas más difíciles.
Te refieres a la guerra, supongo…
Lo que está ocurriendo en Siria es algo muy peligroso y muy feo -y no solamente porque sea una guerra, ya que las guerras son malas sean como sean- sino porque lo que está pasando en mi país afecta al resto de la humanidad y a cada uno de nosotros. Es una lástima que en los medios el asunto de la persecución de los cristianos queda sin desvelar y nadie habla de ello.
Lo que está pasando es peligroso no sólo para los cristianos sirios, sino para los cristianos en los países vecinos de Siria, y quién sabe hasta dónde llegará. Lo que se vive ahora en Siria es terrorismo, asesinatos, odio, explosiones, coches bomba, islamistas y jihadistas en todas partes. Se da una persecución de los cristianos muy grave: secuestro de monjas y de sacerdotes, decapitaciones y crucifixiones, destrucción de cultos religiosos, quema de iglesias, destrucción de estatuas de Jesús y de María y mucho, mucho más….
¿Esto pasa en toda Siria?
Eso es lo que está sucediendo en cualquier área controlada por los grupos terroristas que han llegado a Siria para el jihad. Lo que por supuesto nadie sabe es que los que vinieron para el jihad en Siria proceden de Europa, Asia y América. El número de combatientes extranjeros en Siria hoy ronda los 110.000. Cuando alguna ciudad o área queda bajo el control de los islamistas se impone una ley inhumana.
¿A qué te refieres con eso?
Te pongo el ejemplo de la ciudad de Raqqa. Allí viven 300 familias cristianas y ha sido tomada por los terroristas. Entre las medidas que han adoptado se encuentran la prohibición de restaurar o reconstruir cualquier iglesia o monasterio que haya sido destruido, la prohibición de mostrar la cruz enfrente de los musulmanes, la prohibición de tocar las campanas para la oración o de usar altavoces a la hora de rezar… Además, cada varón tiene que aportar el equivalente de 14 gramos de oro dos veces al año como impuesto y se ha prohibido la venta de alcohol o carne de cerdo.
La cúpula de la iglesia de esta ciudad se ha convertido en un despacho sobre el que ondea la bandera de Al Qaeda.
¿Esto está localizado o es generalizado?
Muchas otras ciudades han seguido el mismo destino: Homs, Yabrud, Maalula… Entran los islamistas, atacan las iglesias, secuestran a los cristianos y lo destrozan todo. Hace menos de un mes, por ejemplo, dispararon al padre franciscano Frans, en la ciudad de Homs. El padre Frans se negó a salir de la ciudad cuando deportaron a los cristianos porque quería llegar a un acuerdo de paz, a dialogar y al mismo tiempo a proteger el convento donde vivía. Era un mensajero de paz.
Otra tragedia es lo que pasó en Maalula, que es una pequeña ciudad de 5000 habitantes donde la mayoría son cristianos y donde hasta se habla en arameo. Entraron después de un atentado en el que mataron a los miembros del ejército que protegían la entrada, y empezaron a entrar a las casas de cristianos, a coger a los hombres y obligarlos a convertirse al islam. Pero los cristianos no querían renunciar a su fe y por lo tanto han matado a muchos de ellos, sobre todo a chicos jóvenes. El resto de las familias se escapó, pero los islamistas han podido secuestrar a 14 monjas que han sido liberadas 4 meses más tarde. Pero esta violencia no solamente es contra los cristianos, también se ejerce contra toda otra minoría. Hasta contra los musulmanes moderados.
¿Tú has vivido esto?
He sido testigo de los acontecimientos en Siria durante casi dos años, y ahora estoy en contacto con mis amigos y mis familiares. Todos los días recibimos decenas de morteros lanzados por los rebeldes armados, y hace dos semanas dispararon a la hora de entrar a la escuela, cuando los alumnos estaban en filas. Fue una tragedia: 60 niños fueron víctimas, muchos de ellos perdieron miembros de su cuerpo. Una semana más tarde, hicieron los mismo contra otra escuela y 25 niños murieron. Me acuerdo muy bien del inicio de todo esto, no nos lo creíamos, no pensábamos que esto iba a convertirse en una guerra. Recuerdo que la primera Semana Santa del primer año de la guerra la gente no sabía que hacer y tenían miedo, pero no dejaron de celebrar la liturgia, aunque discretamente. Imaginad que solamente en el casco antiguo de Damasco hay más de 30 iglesias que visitan diariamente miles de personas. No hemos dejado de ir a la iglesia, ni de practicar nuestra fe. En Damasco aún puedes escuchar sonar las campanas y las iglesias siguen abiertas a todos. Siempre lo han estado.