En las guerras, incluso el vencedor siempre tiene «un precio» que pagar, advirtió el Papa Francisco al celebrar la Misa por los Difuntos el 2 de noviembre de 2023 en medio del verdor del Cementerio de Guerra de Roma, en el barrio de Testaccio. En el sombrío clima de Todos los Santos, el Papa Francisco pudo celebrar el momento de la consagración en el altar, de pie y sin su silla de ruedas, mostrando signos de mejoría en el estado de su rodilla.
En su improvisada homilía, el Papa instó a la pequeña congregación de unas 300 personas, refugiadas bajo paraguas, a rezar por «la paz, para que la gente deje de matarse en las guerras».
Las guerras son siempre una derrota, no hay victoria total. […] Se puede ganar […] pero detrás está la derrota del precio que se ha pagado».
Señalando las 426 tumbas de soldados de la Commonwealth que cubren el cementerio, el Papa lamentó las «vidas destrozadas» y «sin futuro» de estos hombres, la mayoría de los cuales tenían «entre 20 y 30 años». Antes de la ceremonia, el Papa había presentado sus respetos en el memorial y depositado una corona de flores. Dijo que había pensado en «los padres, las madres» que habían perdido a sus hijos en el campo de batalla, y que le entristecían «tantas lágrimas».
El Pontífice, que pronto cumplirá 87 años, deploró las «guerras de hoy». «Lo mismo sigue ocurriendo hoy: tantas personas, jóvenes y mayores, están implicadas en guerras en todo el mundo, también en las más cercanas, en Europa […]. Cuántas personas mueren […], se destruyen vidas sin que se tome conciencia de ello», declaró, sin nombrar ningún país en particular.
Isabella H. de Carvalho / I.MEDIA
Mirar con esperanza
No obstante, el 266º Papa invitó a «mirar hacia adelante» con «esperanza». «La esperanza nunca defrauda, nunca», insistió, alabando esta virtud «de cada día, de cada momento», que «nos hace avanzar, nos ayuda a resolver problemas, a buscar soluciones a tantos problemas».
En su breve meditación, el Pontífice argentino instó a recordar «a los que nos han precedido, a los que han vivido, a los que han terminado su vida […] a tantas personas que han hecho el bien». El sucesor de Pedro habló también de «los que no lograron hacer mucho bien», antes de expresar su confianza en la «gran misericordia del Señor».
Durante la liturgia, en el momento de la consagración, el Papa Francisco se situó en el altar junto al celebrante. Fue un signo de mejoría en su estado físico, tras más de un año inmovilizado en su asiento para esta parte de la Misa.
En una entrevista emitida ayer por la televisión pública italiana, el pontífice confió que su rodilla -por la que se sometió a un tratamiento en la primavera de 2022- se estaba recuperando. «Ya puedo caminar bien», dijo.
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