Desde el paso del huracán Otis, que tocó tierra el pasado 24 de octubre, la prioridad de la Iglesia ha sido atender las necesidades de las personas damnificadas. Las cifras oficiales reportan daños en 32 mil 644 viviendas y en pequeños y medianos comercios; así como 47 víctimas mortales y la desaparición de 59 personas más.
El padre Víctor Nuñez, párroco de la Sagrada Familia, en la Arquidiócesis de Acapulco, compartió con Aleteia cómo la Iglesia se ha unido para brindar ayuda y acompañamiento a las víctimas y sus familiares.
Tan solo en la parroquia del sacerdote han fallecido 11 personas a causa de Otis. Comentó que su parroquia, así como el resto de las viviendas de la cuadra, quedaron devastadas.
Cuidado espiritual en medio de la crisis
La parroquia de la Sagrada familia ha encontrado la manera de continuar celebrando la Eucaristía y acompañando a las personas que han perdido a un ser querido. El Padre Víctor compartió que familias enteras fallecieron sepultadas por los escombros, mientras otras personas fueron arrastradas por la corriente o perdieron la vida en el mar.
«La atención espiritual se ha dado constantemente, todos los días en la Eucaristía, donde se ha podido. Las personas acuden al templo para ser escuchadas, ya sea en las visitas que hacemos en las capillas o en las comunidades más afectadas».
De la misma forma, los sacerdotes de la diócesis continúan realizando visitas a los enfermos y a las familias que han perdido a un ser querido.
Iglesia en pie, a pesar de los daños
Courtesy of Víctor Núñez
El sacerdote afirmó que lo más triste ha sido ver el dolor de las familias que lo han perdido todo: sus familias, patrimonio y trabajo. Compartió la historia de Cándido, un feligrés de su parroquia que perdió a su familia con el paso del huracán.
La noche que Otis tocó tierra, Cándido se encontraba cuidando de su padre enfermo en el hospital. A la mañana siguiente volvió a casa para reunirse con su madre, su hijo único de 16 años, sus dos hermanas y sobrinas; y al llegar encontró que su casa había sido sepultada por un deslave.
«Al levantar el escombro y el lodo, los encontraron debajo de una mesa, todos abrazados. Fallecieron seis personas en ese lugar», comentó el sacerdote.
Además de la Eucaristía, celebrada en la calle a causa de los daños en la parroquia, se colocaron las cruces de sus familiares fallecidos en un pequeño muro que fue el único fragmento de su casa que quedó en pie.
Courtesy of Salvador Valadez y Víctor Núñez
«Aunque en Acapulco se ha frenado la mayoría de las actividades pastorales, la vida en la parroquia sigue; la gente se ha movilizado para empezar a reparar los templos y acondicionarlos para celebrar la Misa», comentó.
Unión y acción
Courtesy of Salvador Valadez and Víctor Núñez
Tanto las diócesis de México -que se han solidarizado en la oración y la recolección de donaciones-, como las asociaciones como Cáritas han trabajado constantemente para hacer llegar la ayuda a los más necesitados.
El párroco comentó que, en Acapulco, los dos puntos de acopio más importantes a donde llega la ayuda externa son la nueva Catedral de Cristo Rey y la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; desde ahí, se distribuye diariamente a través de las parroquias de Acapulco.
«La Iglesia está muy unida en la oración, empezando por el Papa Francisco que ha pedido mucho por nosotros y ha alentado a la comunidad en el mundo para que oren por nosotros y también ha motivado la ayuda económica o en especie».
Continúan las donaciones
Courtesy of Salvador Valadez y Víctor Núñez
Mientras gobierno, iniciativa privada, asociaciones y sociedad continúan con las labores de rescate y reconstrucción, las necesidades de las personas que perdieron sus casas y fuentes de ingresos siguen presentes. Por ello, la recolección de víveres y donativos económicos continúa siendo necesaria.
«Muchas familias se están organizando para mandar ayuda a las escuelas, asociaciones civiles, iglesias de diferentes denominaciones, fundaciones, etcétera. Se empieza a ver luz en varios sectores de Acapulco, pero todavía falta mucho. Creo que entre todos tenemos que sacar lo mejor de nosotros y apoyarnos mutuamente. Tenemos la esperanza de que será un nuevo Acapulco».
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