El Sacramento de la Caridad de Cristo debe permear toda la vida cotidiana. Es Cristo quien con su presencia concreta y cercana esta en medio de nosotros, como “corazón caliente” de la ciudad, del país, del territorio con sus diversas expresiones y actividades. Ese es el manantial de la caridad, esa la fuente y cumbre de la vida de la Iglesia, que en estos días vuelve su mirada para dar un testimonio público de fe y anunciar al mundo entero que la esperanza en Dios, en Cristo presente en la Eucaristía, nunca defrauda.
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