En sus palabras se denotaba la emoción y el dolor: “Su brutal asesinato me ha llenado de profundo dolor y me hizo pensar, una vez más, que todavía mucha gente sigue sufriendo y muriendo en ese atormentado país, que desde hace ya demasiado tiempo sigue siendo presa de un sangriento conflicto, que sigue cosechando muerte y destrucción”.
Por ello, el Papa recordó a todos los que sufren por motivos de las guerras: “Pienso asimismo en las numerosas personas secuestradas - cristianos y musulmanes - sirios y de otros países, entre los que hay obispos y sacerdotes. Pidamos al Señor que pronto puedan volver a estar con sus seres queridos y con sus familias y comunidades”.
El Papa Francisco invitó a los presentes a unirse en oración por la paz en Siría y en la región y realizó un apremiante llamamiento, tanto a los sirios como a la comunidad internacional:¡Callen las armas y se ponga fin a la violencia! ¡Nunca más guerra! ¡Nunca más destrucción! Que se respeta el derecho humanitario, se brinde ayuda a la población necesitada de asistencia humanitaria y se logre alcanzar la anhelada paz a través del diálogo y de la reconciliación”.
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