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«La vida es un viaje […] que da frutos»: esta es la reflexión que el Papa Francisco ha querido ofrecer a los pasajeros del metro de Ciudad de México, en un vídeo que se emitió el 26 de octubre de 2023 en las pantallas de la enorme red de transporte público de la capital. En su breve mensaje, el pontífice anima a los pasajeros a vivir su viaje como una «aventura» y a cuidar de sus familias.
De casi un minuto y medio de duración, el mensaje del Papa fue transmitido por la cadena ISA TV, que cuenta con 576 pantallas en 70 estaciones de la Ciudad de México. Reconociendo que «a veces es incómodo» e incluso «aburrido» viajar en metro, el Pontífice argentino animó a los pasajeros a considerar «todas las aventuras» que puede deparar ese trayecto diario.
A veces «viajamos con ilusiones», «tristeza», «fuera de la rutina» o «con sueño» porque «llegamos tarde del trabajo y tenemos que salir temprano, y entonces no hemos podido ni besar a nuestros hijos», admite el Papa Francisco. A estos pasajeros cansados les asegura que «les acompaña en su viaje».
«El corto trayecto en metro es una imagen de la propia vida de cada persona», prosiguió. «La vida es un viaje, un viaje que da frutos», explicó, deseando a los pasajeros que sus vidas «den buenos frutos, frutos de amor, de paz, de serenidad, frutos de familia». En particular, les anima a cuidar de sus familias, con especial atención a los jóvenes y los ancianos.
«Bueno, os voy a dar un sermón, perdonadme», concluye el Papa Francisco, antes de bendecir a los pasajeros y desearles «buen viaje». Como es habitual, también les pidió que rezaran por él.
La red de metro de Ciudad de México consta de 195 estaciones y 12 líneas, y se extiende a lo largo de 226 km. En 2022 la utilizaron más de mil millones de pasajeros. El Papa Francisco viajaba a menudo en metro cuando era arzobispo de Buenos Aires. Una foto en la que se le ve sentado en un asiento plegable del metro de la capital argentina dio la vuelta al mundo poco después de su elección al trono de Pedro en 2013.
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«Adorar a Dios y amar a nuestros hermanos con su amor es la reforma grande y duradera», dijo el Papa en la misa de clausura de la primera sesión romana del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia, el 29 de octubre de 2023. Dirigiéndose a los participantes en el Sínodo reunidos en la basílica de San Pedro de Roma, el Pontífice argentino les pidió que no se basen en «estrategias» o «cálculos humanos» para reformar la Iglesia, sino que vuelvan al corazón del mensaje cristiano.
Al llegar unos minutos antes a la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco pudo saludar desde su silla de ruedas a los miembros no obispos del Sínodo que se dirigían por la nave central de la basílica hacia los cruceros. Ante 5 mil fieles, unos 300 obispos y cardenales de todo el mundo, que habían venido a trabajar durante un mes sobre el futuro de la Iglesia, ocuparon sus puestos en una larga procesión.
La víspera, los miembros del Sínodo, reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano, votaron por mayoría de dos tercios un resumen de 42 páginas con ideas para hacer la Iglesia más participativa e inclusiva. Nuevos ministerios para los laicos, cuestiones sobre el diaconado femenino y la corresponsabilidad de clérigos y laicos en todos los niveles de la Iglesia son algunas de las ideas que guiarán a los padres y madres sinodales hasta la sesión final del Sínodo, en octubre de 2024.
En su homilía pronunciada en italiano, el Papa Francisco recordó «el principio y el fundamento» de toda reforma: «amar a Dios con toda nuestra vida y amar al prójimo como a nosotros mismos». Esto significa dejar de lado «nuestras estrategias», «los cálculos humanos» y los reflejos mundanos. «Este es un riesgo que siempre podemos correr: pensar que ‘controlamos a Dios’, atrapando su amor en nuestros esquemas», advirtió.
TIZIANA FABI | AFP
Para volver al «corazón de todo», el Pontífice, que cumplirá 87 años en diciembre, propuso dos remedios. En primer lugar, la «adoración» de Jesús ante el sagrario. «Que la Iglesia sea adoradora: en cada diócesis, en cada parroquia, en cada comunidad, adoremos al Señor», insistió.
Esta oración de adoración nos permite «no ponernos en el centro» y evitar así «las idolatrías mundanas que a menudo nacen de la vanidad personal». A continuación, el Papa enumeró toda una serie de males que amenazan a los cristianos: «la sed de éxito», «la autoafirmación a toda costa», «el atractivo del arribismo» y «la avidez de dinero». «El diablo entra por los bolsillos», advirtió al salir de sus apuntes. Ante los miembros del Sínodo, también señaló con el dedo «la idolatría disfrazada de espiritualidad», es decir, «mis ideas religiosas, mis proezas pastorales».
Con la adoración viene también el «servicio», siguió enseñando el jefe de la Iglesia católica. «Podemos tener muchas buenas ideas para reformar la Iglesia, pero recordemos: adorar a Dios y amar a nuestros hermanos y hermanas con su amor es la gran y duradera reforma», subrayó, abogando por una «Iglesia de servicio que lave los pies de la humanidad herida».
Como había subrayado este verano en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, el Papa desea una Iglesia que acoja a todos, «una Iglesia que nunca exija un boletín de «buena conducta», sino que sea «un puerto de misericordia».
Para concluir, el Papa confió en que aún no sea posible ver «todo el fruto» del proceso sinodal lanzado en 2021 a nivel local y luego continental. «El Señor nos guiará y nos ayudará a ser una Iglesia más sinodal y más misionera, que adora a Dios y sirve a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo, llevando a todos la alegría consoladora del Evangelio».
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Este iba a ser el primer gran documento votado por los 364 miembros del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia. Como en otros sínodos, los participantes en esta asamblea quisieron dar cuenta de su mes de trabajo en una carta dirigida «al pueblo de Dios». Aunque no se pretendía entrar en detalles sobre los debates -el informe resumido del sábado se encargará de ello-, el texto de dos páginas y media distribuido en la tarde del miércoles 25 de octubre daba algunas indicaciones sobre el estado de ánimo de los participantes. La carta, redactada originalmente en francés, y con el cardenal Jean-Marc Aveline como uno de sus principales artífices, no plantea ningún tema delicado, y algunos coinciden en que es «consensuada».
«Es difícil sacar algún mensaje de ella», dice un miembro del Sínodo, que se pregunta por el significado de este tipo de documento para los cristianos alejados de las cuestiones sinodales. En la carta, los miembros subrayan sobre todo la necesidad de que la Iglesia «escuche a quienes no tienen voz en la sociedad o se sienten excluidos, incluso por la Iglesia». Aunque el contenido de la carta no era especialmente duro, provocó algunos malentendidos en el seno de la asamblea, sobre todo a la hora de aprobarla. Inicialmente fue aprobada con aplausos, antes de que se alzaran voces a favor de modificarla y someterla después a votación. Así se hizo el miércoles por la tarde, por abrumadora mayoría (336 votos a favor y 12 en contra).
Pero la exposición mediática de la carta duró solo unos minutos. El miércoles por la noche corrió el rumor de que se iba a publicar otro texto, en este caso un discurso de choque del Papa Francisco pronunciado ese mismo día a puerta cerrada ante los participantes en el Sínodo. Fue «desacertado publicar el discurso del Papa en ese momento», según un obispo que lleva un mes en Roma, y que considera que el valor de la carta del Sínodo se ha visto disminuido como consecuencia de ello. Hay que decir que el discurso del Papa Francisco adquirió un tono completamente distinto. El pontífice argentino, que había acudido a participar en los debates del miércoles, habló en español para reiterar sus prioridades con su propio estilo, con algunas notas. La Iglesia debe avanzar siempre con «el pueblo santo y fiel de Dios». Ellos son «infalibles» cuando creen, insistió, deplorando toda forma de clericalismo, «esa lacra» que «ensucia y daña el rostro de la esposa del Señor».
Condenando las actitudes «machistas y dictatoriales» de algunos clérigos, subrayó la importancia de las mujeres en la Iglesia católica. «La Iglesia es femenina, es esposa, es madre», dijo. Para concluir, el Papa se mostró escandalizado por los jóvenes sacerdotes que se prueban «sotanas y sombreros o aubs y vestidos de encaje» en las tiendas eclesiásticas de Roma. Y señaló con el dedo a quienes están convirtiendo la Iglesia en un negocio de venta de «servicios sacramentales» como un «supermercado». Reportadas en un discurso escrito transmitido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede a última hora, las palabras del Papa sonaron como una carga. Su dureza contrastaba con el estilo de la Carta del Pueblo de Dios.
«Fue un momento cálido», dijo una persona que pudo escuchar el discurso del Papa en el Aula Pablo VI. «Tenía una sonrisa en la cara y hablaba en español de forma muy distendida», continuó, descartando la hipótesis de que Francisco hubiera querido contrarrestar la tibieza de la Carta al Pueblo de Dios. En cambio, comentó otra fuente, «quizá se trataba de insistir en sus prioridades, ya que el informe de síntesis se publicará el sábado». Es en este texto de unas cuarenta páginas donde los miembros del Sínodo deben precisar los puntos de acuerdo a los que han llegado, destacar las cuestiones que siguen abiertas e indicar cómo piensan continuar los trabajos hasta la sesión de octubre de 2024.
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Al caer la noche, nuestro cuerpo comienza a prepararse para descansar; de tal forma que podemos crear hábitos que nos ayuden a descansar plenamente y prepararnos para iniciar con propósito el día siguiente.
San Ignacio de Loyola compartió un ejercicio que ayuda a que seamos conscientes de nuestra vida interior y así forjemos nuestro carácter, y con ello, crezcamos en virtud, poniendo en práctica lo que nombró como: Examen de Conciencia Diario, también conocido por algunos como «El Balance del Amor».
Dedicar estos minutos al anochecer es una gran herramienta que no puede faltar antes de irnos a la cama, pues en muchas ocasiones preferimos pasar tiempo en nuestro smartphone, ya sea viendo tiktoks o respondiendo mensajes, sin dedicar un espacio de concentración antes de cerrar nuestros ojos.
Hacer el «Balance del Amor» consiste en reflexionar cuánto amamos durante ese día, aplicando estos sencillos pasos que nos ofrece este santo jesuita:
Desde lo que aprendiste, hasta lo que recibiste; incluso agradece por los retos que te hicieron crecer y superarte.
En este punto también es bueno tener una pequeña gratificación con nosotros mismos cuando logramos alcanzar alguno de los objetivos por los cuales hemos trabajado.
Desde que amaneciste, hasta llegar al anochecer, trayendo a tu mente y corazón lo bueno y lo malo. Aquí puedes preguntarte:
-¿Cómo traté a mi familia, amigos o compañeros hoy?
– ¿Alcancé mis propósitos del día?
– ¿En qué situaciones fallé o no actué de forma correcta?
Después de haber sido consciente de cómo estuvo tu día, perdónate a ti mismo por las veces en las que quizás no cumpliste tus metas o sentiste que caíste y necesitas empezar de nuevo. Perdonando también a aquellos que quizá te hicieron pasar algún momento desagradable.
Es decir, ¿qué harás mañana para mejorar aquello en lo que fallaste hoy? Pues dice el P. Tomás Morales que «nunca hay que cansarse de estar empezando siempre».
KieferPix | Shutterstock
La maestra Tere García Barba, laica consagrada en la Cruzada-Milicia de Santa María, quien realiza diariamente este acto de reflexión, contó para Aleteia algunos de los beneficios que el Examen Diario ha traído a su vida:
«Hacer diariamente el balance del amor antes de dormir, para mí, es fuente de paz y de mayor unión con Dios al poder caer en cuenta de todos los beneficios que Él me regala cada día y agradecerle por todos ellos.
Además, es un impulso al ver que, poco a poco, su gracia me va ayudando a ser mejor, y sobre todo me permite identificar en qué voy teniendo mayor debilidad, pedir a Jesús su ayuda y proponerme, cara a Él y con su gracia, mejorar en algo concreto al día siguiente».
No olvides que cada día es una gran oportunidad para seguir conociendo nuestras virtudes y defectos predominantes de la mano de Dios, para que así podamos aspirar a ser la mejor versión de nosotros mismos.
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Distracción en la persona que pierde las llaves, las gafas, los tickets de estacionamiento y cualquier otra cosa que haya usado en algún momento del día. Distracción en la persona que se olvida de una reunión, llega a una cita el día antes o el día después, descubre que todo el mundo le está esperando y parece que se acaba de caer de la luna… ¡Es molesto! Pero no nos apresuremos a señalar con el dedo al hijo, amigo, compañero o marido distraído.
Por supuesto, conocemos el destino que Blaise Pascal reserva al entretenimiento: la incapacidad de habitar en las profundidades del alma, que nos arroja perpetuamente fuera de nosotros mismos. «Toda la desgracia del mundo proviene de una sola cosa, que es no saber descansar en una habitación», escribe en sus Pensamientos (nº 4/7).
Inventamos distracciones para evitar pensar y enfrentarnos al mundo del alma. Así que hay algo en la distracción que deploramos en nosotros mismos, o que nos molesta en los demás, que tiene que ver con esta tendencia a vivir en la superficie: lo que se oye con un oído sale por el otro, nada queda grabado, nada toca la memoria ni se clava en el corazón, porque cada nuevo tema de interés expulsa al anterior sin despertar nunca una verdadera atención. Aceptemos, pues, la crítica de Pascal, que nos invita a reconocer que si nuestra distracción duele, es por la superficialidad que manifiesta.
Sin embargo, Platón cuenta una famosa anécdota sobre el erudito Tales que, inmerso en sus más profundos pensamientos y en la contemplación de las estrellas, no miró por dónde pisaba y acabó en el fondo de un pozo (Teeteto, 172c-177b).
Nuestras distracciones no son todas intrascendentes: revelan una vida interior rica y presente que a menudo compite con la vida cotidiana. Nuestros olvidos, torpezas y desatinos expresan la tensión que existe en cada uno de nosotros entre la llamada de la vida interior y las necesidades que surgen en el momento presente. El despistado es también ese amigo precioso que repasa una y otra vez todo lo que hay en su corazón.
Por eso no combatimos nuestra tendencia a perder las llaves o a olvidar el código del edificio simplemente haciendo listas de tareas. Nos tranquilizamos cuando dejamos que nuestra vida interior ocupe el lugar que le corresponde, sabiendo «descansar en una habitación».
Podemos disminuir nuestra distracción creando un espacio entre lo superficial y lo profundo. Y cuando recemos, si vuelven nuestros pensamientos parasitarios, si el menú del domingo o la fecha de pago de la tarjeta de crédito se interponen entre nosotros y los misterios del rosario, aprovechemos para darles un lugar propio:
Dios ama, conoce y busca visitar todo lo que somos. No es indiferente a nuestras preocupaciones domésticas o económicas; ¡Tenía una madre que también tenía que preparar la comida!
Permitamos que Él también venga a morar en nuestras preocupaciones: no las ahuyentemos como distracciones, sino aprovechemos la ocasión para presentárselas con sinceridad a Dios. Entonces, probablemente, dejarán de resurgir como actos fallidos, y todos los que andan tras nuestras llaves nos lo agradecerán.
El ser humano es efímero: nace, crece, se reproduce, envejece y muere. La Sagrada Escritura dice que «nuestra vida dura apenas setenta años, y ochenta, si tenemos más vigor: en su mayor parte son fatiga y miseria, porque pasan pronto, y nosotros nos vamos» (Salmo 90, 10).
La frase del salmo: «pasan pronto» debería hacernos reflexionar sobre lo que estamos haciendo para aprovechar el tiempo, porque la vida actual se presta para dedicarnos a ver el teléfono móvil y embebernos en él, olvidando la realidad y a quienes la componen.
Por lo mismo, es importante entender que el tiempo que Dios nos regala diariamente, debe ser bien aprovechado, sobre todo porque es lo único que no se recupera. No podemos volver el tiempo atrás para hacer lo que nunca hicimos. No podemos regresar para evitar las ofensas conferidas a nuestros familiares y amigos, o para evitar el mal hecho. Ni siquiera para hacer el bien, porque ese momento ya no existe.
4Max – Shuttesrstock
El Eclesiastés dice que «Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin» (Eclesiastés 3,11).
El Señor es el Dueño del tiempo, por eso Jesús se esmera en enviar a todos a anunciar que el Reino está cerca; apremia a todos los que encuentra a su paso para que se conviertan y dejen atrás su vida de pecado; les dice en la parábola del que piensa en guardar riquezas para comer y pasarla bien, que por la noche morirá. El tiempo es de Dios y pronto podríamos ser llamados, porque «nadie sabe el día ni la hora» (Mt 24, 36).
Por eso, san Pablo exhorta: «Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo el momento presente, porque los tiempos son malos» (Efesios 5,15-16).
Claro que tenemos derecho al descanso, la persona que sabe administrar sus horarios entiende que hay momento para todo, la misma Biblia lo dice, pero es necesario descartar las actividades que nos distraen de lo que verdaderamente importa para dar paso a lo que Dios quiere de nosotros, y sacar el máximo provecho de los días que tenemos para alcanzar el cielo, a través de nuestras acciones en favor de nuestros hermanos, especialmente, de los que viven con nosotros.
Vuelve san Pablo a decirnos: «Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo» (2 Timoteo 1,9).
Seamos más conscientes de que lo que hagamos en esta vida, y por lo tanto, con el tiempo de Dios, nos será tomado en cuenta para la eternidad.
Invitados, cena, decoración, vestido, fotografías… son tantos los pendientes por resolver antes del gran día de la boda que los novios, fácilmente, podrían dejar de lado la preparación espiritual.
Sin embargo, al momento de organizar la boda, Dios debe quedar incluido también en la fiesta de los esposos y su presencia tiene que notarse a lo largo de su vida en común. Al final, la fiesta dura unas horas, pero el matrimonio es para toda la vida.
Como dice Clara Cuevas en su cuenta de Instagram (@claracuevas3), una joven mexicana creadora de contenido cristiano: «El matrimonio es un salto de fe en discernimiento, que se discierne constantemente hasta llegar al altar, y desde ese momento, ese amor se reafirma todos los días».
Con este objetivo, el Papa Francisco escribió el año pasado un documento titulado Itinerario catecumenal para la vida matrimonial en el que recomienda que los contrayentes reciban ayuda para vivir su relación y así cultivar una espiritualidad conyugal compartida.
Entre otras recomendaciones el Papa propone que «se ayude a los matrimonios jóvenes a saber encontrar tiempo para profundizar en su amistad y acoger la gracia de Dios». Y añade: «Toda la vida en común de los esposos, toda la red de relaciones que tejerán entre sí, con sus hijos y con el mundo, estará impregnada y fortalecida por la gracia del sacramento».
La pareja formará una familia, y la familia, como iglesia doméstica, formará parte de una comunidad; esa comunidad será fortalecida y reforzará su fe por medio de la oración de todos los miembros que la conforman.
Así que, para la preparación espiritual previa a recibir el sacramento del matrimonio, qué mejor que involucrar a los buenos amigos de la comunidad para que guíen, intercedan y acompañen este camino. ¿Cómo pueden hacerlo?
Clara Cuevas ha compartido en sus redes que al casarse hay que elegir bien a los padrinos, no hacerlo por compromiso, ni por amistad o compadrazgo. Los padrinos y testigos de la boda van a rezar por esos novios toda su vida. Ellos, con sus consejos, van a ayudar a los ahijados en los buenos y malos momentos; asimismo, es importante escoger con acierto al sacerdote que va a oficiar la Misa, a los lectores y encargados de presentar las ofrendas.
Para asegurarse de tener un momento de profunda conexión con Dios, los novios pueden organizar un momento de plegaria conjunta en la que participen los amigos, padrinos, damas de honor y otros invitados allegados.
Son muchas las necesidades que tendrán en esta etapa de formar una nueva familia, por ello, en un momento de oración como este, los amigos pueden:
– Pedir a Dios que les dé fuerza y sabiduría en sus decisiones diarias.
– Pedir a Dios que los proteja y los guíe a lo largo de su vida.
– Pedir a Dios que les ayude a superar las dificultades o desafíos que se encuentren.
– Pedir a Dios que les anime a transmitir la fe a sus hijos.
– Dar gracias a Dios por su amistad y por las bendiciones que han recibido juntos.
Courtesy of Laia y Daniel
Laia y Daniel (de Barcelona), optaron por organizar un encuentro en su parroquia unos días antes de su matrimonio. En su caso, la parroquia fue el lugar en donde se conocieron hace algunos años, ya que ambos son muy activos en la vida parroquial y en el grupo de oración. Así que, a través del grupo de whatsapp que utilizan habitualmente, convocaron a jóvenes y a otros miembros de su comunidad y, por supuesto, a todos sus amigos.
Como suelen hacer varias veces al año, ellos mismos organizaron el encuentro: empezaron por unos cantos, seguidos de un momento para la acción de gracias y las peticiones.
Al final leyeron algunas lecturas recogidas en el ritual del matrimonio y el párroco fue el que proclamó el Evangelio. Acabaron rezando todos juntos el Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria antes de disfrutar de una merienda en el patio de la parroquia.
Un buen ejemplo de que los preparativos espirituales de una boda no pueden perderse entre tanto preparativo de la fiesta.
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