El cristiano y la virtud


Hay que decir “yo creo” pero no basta si esta fe se reduce a la boca. Ha de transformar a toda la persona, a su pensamiento, y a su acción. La fe se manifiesta en las obras, y estas para poder estar bien realizadas hay que encomendarlas a Dios y realizarlas mediante la virtud; esto es, por medio de prácticas buenas, porque si no es así también sobre el cristiano impera solo la subjetividad del sentimiento, y entonces se produce la confusión del bien que viene de Dios con su preferencia personal. Por eso San Pablo nos dice que de las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, la única que permanece es esta última, la del amor porque Deus caritas est, y esto se mantiene en esta vida y en la otra. El amor requiere el acto de trascender de uno mismo y por tanto del esfuerzo continuo para abandonar el subjetivismo de la preferencia sentimental, sea esta ideológica, de intereses o de cualquier otra naturaleza. El salir de uno mismo para confiar en el otro, es lo que hace el Papa con sus continuas apelaciones a que vayamos a los demás antes de juzgarlos, para llevar la Buena Nueva, algo imposible cuando nuestras primeras palabras sucintan de entrada rechazo. Y junto con el amor la virtud cardinal que articula todas las demás, la prudencia, que no significa otra cosa que la practica buena, el hábito, de buscar la mejor vía para conseguir el fin que perseguimos, y los medios adecuados. Y si la característica de nuestra fe es el amor y la esperanza, nuestras palabras y actos deben mostralas y suscitarlas. Hay instituciones católicas, algunas de largo recorrido, que se llenan la boca de servicio a la Iglesia pero que en su vida cotidiana en sus obras, se conducen de manera que las hace irreconocibles como católicas, porque muestran, pletóricas, las flaquezas humanas y si complacen en ellas. También las personas y todavía más cuando poseen un fuerte significado católico a los ojos de los demás tienen una gran exigencia de mostrar en sus palabras y actos que su única guia es el amor, la esperanza guiados por la prudencia. El católico ha de ser virtuoso a fuer de ser católico, de lo contrario el testimonio de su fe escandaliza, pero no en razón de proclamar al Cristo resucitado y la Buena Nueva, sino por mostrar sus preferencias meramente subjetivas, humanamente mundanas, aquello sobre lo que también nos advierte continuame tente el Papa. No ser mundanos, y no convertirnos sistemáticamente en agoreros portadores de amenazas y malas noticias.



4:12:00 a.m.

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