Esta Jornada Monástica nos la habían concertado con mucho tiempo de antelación y, desde el primer momento, nos causó una expectativa muy grande, ya que hasta ahora hemos vivido muchas jornadas con adultos, jóvenes, matrimonios... pero nunca antes nos habíamos visto en otra igual.
Hace unos meses nos preguntábamos cómo hablarles de Cristo, cómo hacer esta jornada. Hasta que un día vimos a una niña romper a llorar porque había sido tocada por el Señor después de un rato de oración, y lanzarse hacia su madre. Ahí todas nos dimos cuenta de que el corazón del niño es igual que el del adulto, lo único que cambian son las circunstancias, pero ambos vivimos cada acontecimiento con todo nuestro ser.
Y, al descubrir que el corazón es el mismo, después de todas las veces que el Señor nos ha regalado ver cómo Él tocaba el corazón de tantas personas, decidimos lanzarnos.
Y aquí están. Todos estamos disfrutando de unos días geniales y nos hemos dado cuenta de que realmente los niños buscan respuestas, buscan la verdad y no se conforman con teorías. Buscan vida.
¡Cuántas veces sentirán que su opinión no cuenta, y cuántas veces han tenido que sentir que los adultos sólo les ven como niños! Sin embargo, ahora es Cristo quien se rodea de ellos. Y este fin de semana es suyo: responderemos a sus miles de preguntas, habrá muchas sorpresas... pero, sobre todo, Cristo les espera para entrar en sus vidas.
Hoy el reto del Amor es que lleves a un niño a Jesús, que le hables de Él creyendo que realmente puede tocar su corazón.
Pero, ¿te lo crees? ¿O piensas que para tener un encuentro con Cristo se necesita hacer tanto por parte de uno mismo que para un niño es imposible? Cristo no necesita nada más que un corazón de niño que le acoja.
VIVE DE CRISTO
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