El Papa Francisco a las familias: 'Un hijo es un milagro que cambia la vida'



El Papa Francisco se ha reunido este domingo con miles de familias europeas, que han querido celebrar con el Pontífice argentino la fiesta de la Sagrada Familia, en el Aula Pablo VI. En un clima acogedor y alegre, el encuentro con el Santo Padre ha tenido lugar con motivo del décimo aniversario de la Asociación de Familias Numerosas de Italia.


Después de escuchar a dos matrimonios, uno joven y otro más mayor, el Papa se ha dirigido a los niños para preguntarles: "¿A qué hora os habéis levantado hoy? ¿A las 6? ¿A las 5? ¿Y no tenéis sueño?". Con una enorme sonrisa, Francisco ha enseñado a los presentes los cuatro folios que llevaba preparados y ha dicho: «¡Pues con este discurso os haré dormir!». La broma ha desatado las risas y los aplausos de todos.


Durante su intervención, el Pontífice ha recordado que "cada uno de vuestros hijos es una criatura única, que no se repetirá jamás en la historia de la humanidad. ¡Cuando se comprende esto, es decir que cada uno ha sido querido por Dios, uno se sorprende ante el gran milagro que es un hijo! ¡Un hijo cambia la vida! Todos hemos visto -hombres, mujeres- que, cuando llega un hijo, cambia la vida, es otra cosa. Un hijo es un milagro que cambia la vida".


"Vosotros, niños y niñas, sois precisamente eso: cada uno de vosotros es un fruto único del amor, venís del amor y crecéis en el amor. ¡Sois únicos, pero no estáis solos! Y el hecho de tener hermanos y hermanas os hace bien", ha añadido.


El Santo Padre ha proseguido su discurso explicando que "los hijos y las hijas de una familia numerosa son más capaces de la comunión fraterna desde la primera infancia. En un mundo marcado a menudo por el egoísmo, la familia numerosa es una escuela de solidaridad y de convivencia; y estas actitudes luego van en beneficio de toda la sociedad". "La presencia de las familias numerosas es una esperanza para la sociedad", ha subrayado.


En un homenaje a las personas mayores, que también eran muy numerosas, ha señalado que los abuelos no solo proporcionan "ayuda práctica", sino también "apoyo educativo". Así, ha enfatizado que "los abuelos conservan los valores de un pueblo, de una familia, y ayudan a los padres a transmitirlos a los hijos". "En el siglo pasado, en muchos países de Europa, han sido los abuelos los que han transmitido la fe", ha insistido.


Por último, el papa Francisco se ha referido con preocupación a "las familias afectadas por la crisis económica, en las que el padre o la madre han perdido el trabajo, y donde los hijos no lo encuentran". Tras subrayar las dificultades que afrontan las familias, ha deseado que las instituciones públicas y la política les dediquen mayor atención y apoyo. Y ha finalizado sus palabras realizando una petición: "Por favor, seguid rezando por mí, que soy un poco como el abuelo de todos".



Texto completo del discurso del Santo Padre:



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Antes que nada una pregunta y una curiosidad. Díganme: ¿a qué hora se han despertado hoy? ¿a las seis? ¿a las cinco? ¿y no tienen sueño? ¡Pero yo con este discurso los hare dormir!


Estoy contento de encontrarlos en ocasión de los diez años de la Asociación que reúne en Italia a las familias numerosas. ¡Se ve que ustedes aman a la familia y aman la vida! Y es bello agradecer al Señor por esto en el día en el cual celebramos la Sagrada Familia.


El Evangelio de hoy nos muestra a María y José que llevan al Niño Jesús al templo, allí encuentran a dos ancianos, Simeón y Ana, que profetizan sobre el Niño. Es la imagen de una familia “alargada”, un poco como son sus familias, donde las diversas generaciones se encuentran y se ayudan. Agradezco a Mons. Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, - especialista en hacer estas cosas – que ha deseado tanto este momento, y a Mons. Beschi, que ha fuertemente colaborado en hacer nacer y crecer su Asociación, surgida en la ciudad del beato Pablo VI, Brescia.


Han venido con los frutos más bellos de su amor. La maternidad y la paternidad son dones de Dios, pero recibir este don, maravillarse de su belleza y hacerlo resplandecer en la sociedad, esto es su tarea. Cada uno de sus hijos es una creatura única que no se repetir nunca más en la historia de la humanidad. Cuando se entiende esto, es decir que cada uno ha sido querido por Dios, ¡nos quedamos sorprendidos de cuanto grande es el milagro de un hijo! ¡Un hijo cambia la vida! Todos nosotros hemos visto – hombres, mujeres – que cuando llega un hijo la vida cambia, es otra cosa. Un hijo es un milagro que cambia una vida. Ustedes, niños y niñas, son propio esto: cada uno de ustedes es un fruto único del amor, vienen del amor y crecen en el amor. ¡Son únicos, pero no solos! Y el hecho de tener hermanos y hermanas les hace bien: los hijos y las hijas de una familia numerosa son más capaces de la comunión fraterna desde la primera fase de la infancia. En un mundo marcado frecuentemente por el egoísmo, la familia numerosa es una escuela de solidaridad y de convivencia; y estas actitudes luego son un beneficio para toda la sociedad.


Ustedes, niños y jóvenes, son los frutos del árbol que es la familia: serán frutos buenos cuando el árbol tiene buenas raíces – que son sus abuelos – y un buen tronco – que son sus padres – Decía Jesús que todo árbol bueno da frutos buenos y que todo árbol malo da frutos malos (cfr. Mt 7,17). La gran familia humana es como un bosque, donde los arboles buenos traen solidaridad, comunión, confianza, ayuda, seguridad, sobriedad feliz, amistad. La presencia de las familias numerosas es una esperanza para la sociedad. Y por esto es muy importante la presencia de los abuelos: una presencia preciosa sea por la ayuda práctica, sea sobre todo por el aporte educativo. Los abuelos cuidan en sí los valores de un pueblo, de una familia, y ayudan a los padres a transmitirlos a los hijos. En el siglo pasado, en muchos países de Europa, han sido los abuelos a transmitir la fe: ellos llevaban a escondidas al niño a recibir el bautismo y transmitían la fe.


Queridos padres, les estoy agradecido por el ejemplo de amor a la vida, que ustedes cuidan desde el concebimiento hasta el fin natural, a pesar de todas las dificultades y lo pesado de la vida, y que lamentablemente las instituciones públicas no siempre los ayudan a llevar adelante. Justamente ustedes recuerdan que la Constitución Italiana, en el artículo 31, exige una atención especial a las familias numerosas; pero esto no encuentra un adecuado reflejo en los hechos. Se queda en las palabras. Deseo pues, pensando también a la baja natalidad que de hace tiempo se registra en Italia, una mayor atención de la política y de los administradores públicos, a todo nivel, con el fin de dar la ayuda prevista para estas familias. Cada familia es célula de la sociedad, pero la familia numerosa es una célula más rica, más vital, y el ¡Estado tiene todo el interés de invertir en ella!


Sean bienvenidas las familias reunidas en Asociaciones – como esta italiana y como aquellas de otros países europeos, aquí representados – y sea bienvenida la red de asociaciones familiares capaces de estar presentes y visibles en la sociedad y en la política. San Juan Pablo II, en este sentido, escribía: «las familias deben crecer en la conciencia de ser protagonistas de la llamada política familiar y deben asumir la responsabilidad de transformar la sociedad: diversamente las familias serán las víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia» (Exh. Ap. Familiaris consortio, 44). El compromiso que las asociaciones familiares desarrollan en los diversos “foros”, nacionales y locales, es propio aquel de promover en la sociedad y en las leyes del estado los valores y las necesidades de la familia.


Bienvenidos también los movimientos eclesiales, en los cuales ustedes miembros de las familias numerosas están particularmente presentes y activos. Siempre agradezco al Señor al ver a papás y mamás de las familias numerosas, juntos a sus hijos, comprometidos en la vida de la Iglesia y de la sociedad. Por mi parte les acompaño con mis oraciones, y les encomiendo bajo la protección de la Sagrada Familia de Jesús, José y María. Y una bella noticia es que propio en Nazaret se está realizando una casa para las familias del mundo que van en peregrinación allá donde Jesús creció en edad, sabiduría y gracia. (cfr. Lc 2,40).


Rezo en especial por las familias más afectadas por la crisis económica, aquellas donde el papá o la mamá han perdido el trabajo, - y esto es duro – donde los jóvenes no logran encontrarlo; las familias heridas en sus sentimientos y aquellas tentadas a rendirse a la soledad y la división.


¡Queridos amigos, queridos padres, queridos jóvenes, queridos niños, queridos abuelos, buena fiesta a todos ustedes! Cada una de sus familias sea siempre rice de ternura y de la consolación de Dios. Con afecto los bendigo. Y ustedes, por favor, continúen a rezar por mí, que yo soy un poco el abuelo de todos ustedes. ¡Recen por mí! Gracias.




7:18:00 a.m.

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