Ciudad del Vaticano, 30 noviembre 2014 (VIS).-Francisco quiso acabar su última jornada en Turquía encontrando a un centenar de jóvenes prófugos y refugiados, cristianos y musulmanes, procedentes en su mayor parte de Iraq y Siria, pero también de otros países de Oriente Medio y Africa a los que asiste desde hace tiempo la comunidad salesiana de Estambul. El encuentro tuvo lugar en la catedral del Espíritu Santo.
''Quiero expresar mi participación en su sufrimiento y espero que mi visita, con la gracia del Señor, pueda darles un poco de consuelo en su difícil situación -dijo el Papa- Esta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros''.
Después recalcó las difíciles condiciones de vida de los prófugos y la carencia a veces durante mucho tiempo, ''de los bienes primarios: vivienda digna, asistencia sanitaria, educación, trabajo'' así como todo lo que han tenido que abandonar: ''no sólo bienes materiales, sino, principalmente, la libertad, la cercanía de los familiares, su entorno de vida y las tradiciones culturales''. ''Las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables -exclamó- Por eso es preciso hacer todo esfuerzo para eliminar las causas de esta realidad. Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar. Aliento a todos los que están trabajando generosa y lealmente por la justicia y la paz a no desanimarse. Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla''.
No olvido Francisco la labor de muchas organizaciones en favor de los refugiados entre las que se encuentran numerosos grupos católicos, ''que ofrecen ayuda generosa a tantas personas necesitadas sin discriminación alguna'' y expresó su vivo reconocimiento a las autoridades turcas por ''el gran esfuerzo realizado en la asistencia a los desplazados, especialmente los refugiados sirios e iraquíes, y por el compromiso real de intentar satisfacer sus exigencias. Espero también que no falte el apoyo necesario de la comunidad internacional''.
El Santo Padre alentó a los jóvenes refugiados a no desanimarse.''Es fácil decirlo...pero hagan un esfuerzo para no desanimarse. Con la ayuda de Dios sigan esperando en un futuro mejor, a pesar de las dificultades y obstáculos que ahora están afrontando. La Iglesia Católica, a través de la valiosa labor de los Salesianos, les es cercana y, además de otras ayudas, les ofrece la oportunidad de cuidar su educación y su formación. Recuerden siempre que Dios no olvida a ninguno de sus hijos, y que los niños y los enfermos están más cerca del corazón del Padre''.
''Por mi parte, junto con toda la Iglesia -concluyó- voy a seguir dirigiéndome con confianza al Señor, pidiéndole que inspire a los que ocupan puestos de responsabilidad, para que promuevan la justicia, la seguridad y la paz sin vacilación y de manera verdaderamente concreta. A través de sus organizaciones sociales y caritativas, la Iglesia permanecerá a su lado y seguirá apoyando su causa ante el mundo. Que Dios los bendiga a todos ustedes. Recen por mí. Gracias''.
Terminado el encuentro, el Papa Francisco fue al hospital en que está ingresado desde hace años en estado de coma el Patriarca Armenio Apostólico Mesrob II y desde allí prosiguió el trayecto hasta el aeropuerto Atatürk donde, tras despedirse de las autoridades civiles y religiosas locales, emprendió el regreso a Roma donde su avión aterrizó a las 18.40. Antes de desplazarse al Vaticano Francisco se detuvo en la basílica de Santa María la Mayor para encomendar a la Virgen los frutos de su viaje apostólico a Turquía.
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