Una de las obras de misericordia corporales más grandes es visitar a los presos, tal vez no tengamos a nadie conocido en esa situación, pero podemos orar por ellos
Perder la libertad que Dios nos ha regalado siempre será una desgracia. Vivir decidiendo a dónde ir y qué hacer sin que nadie nos lo impida siempre será una bendición, por eso tenemos presente el hecho de que, si con alguno de nuestros actos dañamos a otros, a nosotros mismos o rompemos las leyes que coadyuvan a la buena convivencia entre quienes conformamos la sociedad, podemos alterar el orden y ser sancionados por nuestra mala conducta.
Por eso, cuando alguien comete un delito y tiene que pagar con cárcel, se da cuenta que ha perdido lo más valioso que tenía para dar sentido a su vida y realizarse como persona. Sin embargo, estar tras las rejas puede encajar en el plan de Dios, si con ello quien se encuentra en esa situación recapacita y cambia su rumbo.
Orar por los necesitados es mandato de Cristo
Jesús, nuestro Señor, conocedor profundo de la naturaleza humana, pensó en esas situaciones en las que puede caer el hombre por la debilidad que dejó el pecado original. Él nos ama intensamente y quiso que auxiliáramos a esos más pequeños, en quienes estaría representado (Mt 25, 34-46).
Atendiendo a su amor, oremos por nuestros hermanos presos, porque justa o injustamente, están purgando sus culpas y debemos ser compasivos con ellos. No sabemos si algún día nos toque pasar por las mismas.
Oración por un preso
Amado hermano en el Señor.
Tú naciste libre. Tu Espíritu Todopoderoso está
libre aunque tu cuerpo físico aparentemente no lo esté.
El que es tu Presencia Divina, está dentro de Ti, te acompaña
siempre, y si estás realmente arrepentido y corregido del pecado que te llevó a esa situación, yo invoco a esa Presencia Espiritual en ti
y le pido que te saque en libertad, esa libertad que a todo ser
viviente le corresponde por derecho de conciencia.
En nombre de esa Divina Presencia en mí, digo: «YO SOY» AQUEL que te libera de tus pecados y vuelve tu conciencia
hacia DIOS. «YO SOY» AQUEL que te ama, aunque hayas
caído en falta, porque «YO SOY» TU CREADOR; LIBRE TE FORMÉ Y LIBRE QUIERO QUE SEAS.
Por lo tanto, de ahora en adelante vas a decir todos los días,
esta pequeña oración:
«YO SOY» LA PUERTA ABIERTA QUE NINGÚN SER
HUMANO ME PUEDE CERRAR y esa puerta que te lleva
hacia la paz, hacia el amor a Dios y a tu prójimo, hacia el bien y hacia tu felicidad, se te va a abrir ancha y franca, ahora y para siempre.
Amén.
Gracias Padre que ya veo en mi mente cómo a este hermano se le abren las puertas de su prisión moral y material. Y estás libre, hermano, vete en PAZ.
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