El Adviento es el tiempo en que preparamos el corazón para recibir a Jesús, que se hizo hombre y padeció por nosotros. Qué mejor momento que éste para reflexionar sobre un aspecto clave en nuestra vida de fe: la aceptación de la voluntad del Padre.
Una joven recibe un anuncio: será madre del Hijo de Dios. Dios no fuerza a la joven, ni impone sobre ella su voluntad, sino que espera la respuesta de la Virgen que dice «sí, hágase tu voluntad». El Evangelio de Lucas dice lo siguiente:
El padre cruz nos invita a reflexionar sobre la respuesta que da María a la voluntad de Dios. Ella no se dejó llevar por la confusión, el temor o el qué dirán.
En el padrenuestro rezamos «hágase tu voluntad», pero:
¿Cuántas veces hemos hecho lo que deseábamos sin detenernos a consultar con Dios qué era lo que Él deseaba?
O peor aún, ¿cuántas veces, sabiendo que no era lo correcto, elegimos seguir nuestros deseos en lugar de agradar al Padre?
¿Cuántas veces hemos renegado y reclamado a Dios por lo que sucede en nuestras vidas, sin detenernos a meditar qué nos pide Dios en medio de esta situación?
En esta segunda semana de Adviento tenemos la oportunidad de imitar a la Virgen María; de decirle sí al Señor; de decirle «Hágase tu voluntad».
La invitación del segundo domingo:
Ground Picture | Shutterstock
Para tener un corazón dispuesto a recibir al Rey es necesario cumplir la voluntad de Dios de manera personal y familiar.
Reflexionar con las preguntas anteriores y meditar las palabras del Magníficat que brotaron del corazón de María nos permitirá ver cuán necesario es aceptar el designio de Dios si queremos servirle.
El Padre Cruz nos invita a dejar nuestro corazón abierto a Dios, pues solo así podremos recibir todas las gracias que nos da; pues nos recuerda que nuestro Señor solo da cosas buenas.
En esta espera del Nacimiento de Jesús, ¡abre tu corazón! Sé el medio que lleve a los demás a cumplir la voluntad de Dios.
Pide a Dios el aumento de tu fe para que, a imitación de María podamos decir:
Sí, estoy dispuesto a recibir todo lo que viene de ti».
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