«La vida espiritual del cristiano no es pacífica, lineal y sin desafíos, sino que, por el contrario, requiere una lucha constante», explicó el Papa Francisco en la primera audiencia general del año 2024, celebrada el 3 de enero en el Aula Pablo VI. Tras iniciar el 27 de diciembre un nuevo ciclo de enseñanzas sobre los vicios y las virtudes, el Papa Francisco se centró en la importancia de purificarse del pecado.
«No es casualidad que la primera unción que todo cristiano recibe en el sacramento del bautismo -la unción catecumenal- sea inodora y anuncie simbólicamente que la vida es una lucha», explicó Francisco, estableciendo una analogía con los luchadores griegos y romanos: «En la antigüedad, los luchadores se ungían por completo antes de la competición, tanto para tonificar sus músculos como para hacer su cuerpo escurridizo a sus adversarios», recordó el Papa Francisco.
«La unción de los catecúmenos pone inmediatamente de manifiesto que los cristianos no se libran de la lucha: su existencia, como la de todos, deberá descender a la arena, porque la vida es una sucesión de pruebas y tentaciones», advirtió el Pontífice argentino. Por tanto, todos deben «luchar contra sus tentaciones», y nadie puede pretender no tener ninguna, subrayó.
El propio Cristo dio ejemplo al ser bautizado en las aguas del Jordán, recordó el Papa, señalando que este episodio del sometimiento del Mesías a un «rito de purificación» fue «desconcertante», incluso para Juan el Bautista, que respondió a Jesús, según el relato del Evangelio de Mateo: «¡Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, y tú eres el que viene a mí!».
Jesús comprende nuestro pecado y lo perdona
Jesús es, pues, un Mesías distinto del imaginado: «No encarna al Dios airado y no convoca al juicio, sino que, por el contrario, se pone al lado de los pecadores», recordó Francisco. Esto demuestra que «Jesús no nos deja solos». «Él comprende tu pecado y lo perdona», insistió el Papa, señalando que esto «da consuelo».
«Jesús está ahí para levantarnos» ante todas las «meteduras de pata» de la vida, siempre que le ofrezcamos un «corazón abierto», explicó el Pontífice, señalando que todos deben cultivar la «capacidad de pedir perdón». El Papa Francisco concluyó su breve discurso, en gran parte improvisado, invitando a repetir esta oración: «Señor, no te alejes de mí».
Publicar un comentario