Cultura Bíblica En el Evangelio de hoy tenemos un par de enseñanzas del Señor...

Cultura Bíblica



En

el Evangelio de hoy tenemos un par de enseñanzas del Señor, la primera sobre la

fe, y la segunda sobre la correcta consideración de uno mismo ante Dios. Pero

¿Qué relación existe entre ambas enseñanzas? También profundizaremos un poco

sobre el lenguaje sapiencial de Jesús.







Dentro

del camino de subida a Jerusalén, que abarca los capítulos nueve al diecinueve

del Evangelio de San Lucas, Jesús tiene varios momentos de enseñanza directa a

los doce. En domingos anteriores, las parábolas del Señor se dirigían a los

fariseos y a las autoridades, pero ahora entramos en un conjunto de discursos y

diálogos breves con una serie de enseñanzas prácticas sobre la forma de vivir

bajo los criterios cristianos. Específicamente, el capítulo diecisiete inicia

con una prevención contra ser causa de pecado para otras personas y de perdonar

cuantas veces las personas nos pidan perdón y se hagan el propósito de

convertirse.



Si

sumamos estas dos enseñanzas con las dos del día de hoy, tenemos un discurso de

cuatro enseñanzas, todas ellas con una fuerte novedad de comportamiento moral.

Nos enfocaremos a las del día de hoy.



La

fe en el Antiguo Testamento es una virtud ciertamente valorada y procurada, muy

en relación a la reverencia y respeto a Dios (es muy característico encontrar

la expresión “temor de Dios”). También se usa en el ejercicio de oración,

pidiendo a Dios que haga presente su salvación por medio de los memoriales, por

ejemplo: cuando Judit ora, antes de decapitar a Holofernes, pide a Dios que le

conceda la venganza como la concedió a los patriarcas Simeón y Leví para vengar

la afrenta contra su hermana Dina.



La

fe en Dios juega un papel fundamental en la vida judía, pero la forma de hablar

de Jesús amplía la fe al campo de la vida cotidiana y sin referencia explícita

a Dios. Jesús simplemente dice: “dirían a ese árbol desenráizate y plántate en

el mar”, se ve que el Señor también valora el ejercicio virtuoso de la fe

netamente humana.



La

segunda enseñanza también arroja una luz sobre la correcta relación entre Jesús

y sus discípulos, tal vez matizando el sentido de la enseñanza anterior. Jesús

no pretende generar magos o hacedores de milagros, sino discípulos que cumplan

con la misión encomendada a partir de una fe íntegra y comprometida.



Es

también importante destacar en este artículo la forma en que Jesús expone su

sabiduría. En la cultura judía la especulación abstracta era impopular. La

sabiduría contenida en los libros sapienciales del Antiguo Testamento rara vez

nos presentan largos discursos o disertaciones teóricas. Más bien se alaba a

quien puede expresar grandes verdades en freses breves, a este género sapiencial

se le llama Proverbio. Pero la exposición de sabiduría entre los hebreos ocupa

la narración.



Las

parábolas son narraciones que usan la comparación de lo concreto para aplicar y

expresar un razonamiento sapiencial. La comparación de la fe con el grano de

mostaza no parece basarse en una fe tan poderosa que hasta se materializara,

como algún intérprete ha sugerido. No, el Señor más bien remarca la carencia de

fe de los discípulos y también la falsa consideración de que la fe era algo

obtenido y no tanto cultivado por la persona misma con gran esfuerzo.



La

comparación del discípulo con el siervo es otra parábola que acentúa la

necesaria humildad que debían practicar los discípulos.





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