Mensaje pronunciado por el Cardenal Norberto Rivera C. Arzobispo Primado de México, XXII Rosario Viviente de la Arquidiócesis de México en el Estadio Azul
5 de
Octubre de 2013
Queridos
hermanos, habiendo meditado los Misterios Gloriosos del Rosario, nos preparamos
para estar, en unos momentos más, en adoración ante Jesús Eucaristía para
alabarlo, para agradecerle toda su bondad, pedirle perdón por nuestros pecados
y expresarle nuestra alegría por su presencia en medio de nosotros, de nuestra
comunidad arquidiocesana y del mundo entero.
Iluminando
nuestro caminar juntos, como comunidad creyente, en el marco del Año de la Fe,
hemos querido dar un nuevo impulso a la misión arquidiocesana saliendo del
encuentro de las Nuevas Generaciones que están constituidas no solo, por los
jóvenes, si no por todos aquellos, que día a día escuchan la voz de Dios y le
siguen con un corazón renovado en su amor, llenos de entusiasmo y poniendo sus
esfuerzos y creatividad al servicio de una pastoral creativa en sus métodos, en
sus expresiones y en su ardor.
El
proceso misionero, guiado por el Espíritu Santo, e iluminado por la escucha de
las voces de la ciudad, recoge la experiencia de fe que vamos viviendo y nos
lanza a los retos, que diariamente, procuramos afrontar a la luz de las
enseñanzas, y en compañía, de Jesucristo nuestro Señor.
Es
la fe, la que fortalece nuestra esperanza y nos ayuda a permanecer firmes en la
caridad, en medio de las alegrías, las esperanzas y las tristezas de la
humanidad y de cada persona.
Así,
desde aquí, con este Rosario Viviente nos unimos al Papa Francisco y junto con
él, ponemos ante el Señor nuestra suplica de paz en Siria y en el Medio
Oriente.
Ante
Jesús Eucaristía, ponemos la tristeza y la angustia que se genera en nuestro
país, por el desempleo y la falta de oportunidad de trabajo con salarios
justos, situaciones que, junto con otras más, propician la pobreza, que también
se ve incrementada a causa de desastres naturales como los que han afectado a
una gran porción del territorio nacional.
Ante
estas situaciones y otras que se podrían mencionar, está la visión, siempre
atenta del creyente que tiene su fe cimentada en Jesucristo y que lleno de
esperanza, se esfuerza por vencer el mal haciendo el bien (cf. Rm 12,21); por
lo que sin caer en angustias, ni en optimismos sin sustento, día a día
fortalece su fe y trabaja para hacer este mundo mejor; pues en medio de nuestro
corazón, de nuestra vida diaria y de la realidad que nos circunda, siempre
encontramos a Dios, especialmente cuando lo buscamos en la oración y
participamos de su Cuerpo y de su Sangre, en el Sacramento de la Eucaristía.
El
“Año de la Fe”, ha venido a fortalecer de muchas maneras nuestra esperanza, al
permitirnos contemplar la manera en que Dios dirige los destinos del mundo y de
la Iglesia, pues en el marco de este gran acontecimiento, hemos vivido el
arribo de un papa latinoamericano al pontificado petrino, quien asumiendo el
nombre de Francisco, con alegría y convicción, nos lleva por los derroteros por
lo que el Espíritu Santo guía a la Iglesia, invitándonos a salir a las
periferias y al encuentro de las nuevas generaciones, para acercar a todos a
Jesucristo y con Él y desde Él vivir la conversión, la comunión, la solidaridad
y el proceso discipular misionero que nos hagan caminar juntos para hacer este
mundo mejor y alcanzar la santidad.
Precisamente,
porque la santidad ha de ser procurada por el creyente en toda acción personal
y pastoral, nos alegramos por quienes con su palabra nos dieron testimonio de
su fe y alimentaron la de toda la Iglesia y la humanidad entera, desde el
ministerio que Dios les concedió y que el 27 de abril del próximo año serán canonizados:
los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II.
Hermanos,
Dios les bendiga y la alegría de Santa María de Guadalupe, este siempre en su
corazón. Como Iglesia, veneramos a la Virgen María, adoramos a Jesús Eucaristía
y manifestamos nuestra solidaridad con nuestros hermanos damnificados, a través
de las despensas que muchos de ustedes han traído y que serán distribuidas a
través de la Caritas Arquidiocesana.
Continuemos
con las actividades de nuestro XXII Rosario Viviente.
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.512921915448055.1073742
5 de
Octubre de 2013
Queridos
hermanos, habiendo meditado los Misterios Gloriosos del Rosario, nos preparamos
para estar, en unos momentos más, en adoración ante Jesús Eucaristía para
alabarlo, para agradecerle toda su bondad, pedirle perdón por nuestros pecados
y expresarle nuestra alegría por su presencia en medio de nosotros, de nuestra
comunidad arquidiocesana y del mundo entero.
Iluminando
nuestro caminar juntos, como comunidad creyente, en el marco del Año de la Fe,
hemos querido dar un nuevo impulso a la misión arquidiocesana saliendo del
encuentro de las Nuevas Generaciones que están constituidas no solo, por los
jóvenes, si no por todos aquellos, que día a día escuchan la voz de Dios y le
siguen con un corazón renovado en su amor, llenos de entusiasmo y poniendo sus
esfuerzos y creatividad al servicio de una pastoral creativa en sus métodos, en
sus expresiones y en su ardor.
El
proceso misionero, guiado por el Espíritu Santo, e iluminado por la escucha de
las voces de la ciudad, recoge la experiencia de fe que vamos viviendo y nos
lanza a los retos, que diariamente, procuramos afrontar a la luz de las
enseñanzas, y en compañía, de Jesucristo nuestro Señor.
Es
la fe, la que fortalece nuestra esperanza y nos ayuda a permanecer firmes en la
caridad, en medio de las alegrías, las esperanzas y las tristezas de la
humanidad y de cada persona.
Así,
desde aquí, con este Rosario Viviente nos unimos al Papa Francisco y junto con
él, ponemos ante el Señor nuestra suplica de paz en Siria y en el Medio
Oriente.
Ante
Jesús Eucaristía, ponemos la tristeza y la angustia que se genera en nuestro
país, por el desempleo y la falta de oportunidad de trabajo con salarios
justos, situaciones que, junto con otras más, propician la pobreza, que también
se ve incrementada a causa de desastres naturales como los que han afectado a
una gran porción del territorio nacional.
Ante
estas situaciones y otras que se podrían mencionar, está la visión, siempre
atenta del creyente que tiene su fe cimentada en Jesucristo y que lleno de
esperanza, se esfuerza por vencer el mal haciendo el bien (cf. Rm 12,21); por
lo que sin caer en angustias, ni en optimismos sin sustento, día a día
fortalece su fe y trabaja para hacer este mundo mejor; pues en medio de nuestro
corazón, de nuestra vida diaria y de la realidad que nos circunda, siempre
encontramos a Dios, especialmente cuando lo buscamos en la oración y
participamos de su Cuerpo y de su Sangre, en el Sacramento de la Eucaristía.
El
“Año de la Fe”, ha venido a fortalecer de muchas maneras nuestra esperanza, al
permitirnos contemplar la manera en que Dios dirige los destinos del mundo y de
la Iglesia, pues en el marco de este gran acontecimiento, hemos vivido el
arribo de un papa latinoamericano al pontificado petrino, quien asumiendo el
nombre de Francisco, con alegría y convicción, nos lleva por los derroteros por
lo que el Espíritu Santo guía a la Iglesia, invitándonos a salir a las
periferias y al encuentro de las nuevas generaciones, para acercar a todos a
Jesucristo y con Él y desde Él vivir la conversión, la comunión, la solidaridad
y el proceso discipular misionero que nos hagan caminar juntos para hacer este
mundo mejor y alcanzar la santidad.
Precisamente,
porque la santidad ha de ser procurada por el creyente en toda acción personal
y pastoral, nos alegramos por quienes con su palabra nos dieron testimonio de
su fe y alimentaron la de toda la Iglesia y la humanidad entera, desde el
ministerio que Dios les concedió y que el 27 de abril del próximo año serán canonizados:
los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II.
Hermanos,
Dios les bendiga y la alegría de Santa María de Guadalupe, este siempre en su
corazón. Como Iglesia, veneramos a la Virgen María, adoramos a Jesús Eucaristía
y manifestamos nuestra solidaridad con nuestros hermanos damnificados, a través
de las despensas que muchos de ustedes han traído y que serán distribuidas a
través de la Caritas Arquidiocesana.
Continuemos
con las actividades de nuestro XXII Rosario Viviente.
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