En Taizé los jóvenes encuentran una palabra de esperanza
Por segunda ocasión en el año, dos jóvenes de la Comunidad
Ecuménica Taizé se encuentran de visita en la Arquidiócesis de México para ver
la posibilidad de realizar el próximo año una “Peregrinación de Confianza” en
esta Iglesia particular, en la que participaría el hermano Alois, sucesor del
hermano Roger, fundador de esta comunidad monástica con sede en Francia.
El evento, que tendría verificativo
en mayo del 2014, pretende apoyar la Misión Juvenil que se lleva a cabo hoy en
día en la Ciudad de México, aunque estaría abierto a los jóvenes de todo el
país, incluso de Centroamérica y del Caribe.
En
entrevista, el hermano Héctor, quien es originario de Puerto Rico, recordó que
muchos jóvenes mexicanos visitan todos los años la comunidad de Taizé para
participar en los tradicionales encuentros de oración.
Dijo
que si bien se encuentran en México para apoyar el esfuerzo que ha puesto el
cardenal Norberto Rivera Carrera en la Pastoral Vocacional y Juvenil, si algún
joven siente el llamado a formar parte de esta comunidad, tendría que viajar a
Taizé, Francia.
El
primer paso para ingresar a la comunidad –explicó– consiste en vivir una
experiencia como voluntario, ayudando a recibir a los peregrinos que llegan a
esa localidad semana a semana. Durante ese tiempo, el interesado es acompañado
espiritualmente por un hermano, que le puede ayudar a discernir qué es lo que
Dios espera de él y como le gustaría responder.
“Cuando
ya está claro que la vocación es para nuestra comunidad, el joven entra en el
noviciado. Después de varios años de oración, de formación, de vida en común,
de estudio el joven hace sus votos, es decir, se compromete para siempre a
llevar una vida en común, el celibato, la comunidad de bienes y la aceptación
de una autoridad, lo que tradicionalmente se ha llamado el voto de la
obediencia. Estos serían los votos monásticos que cualquier comunidad monástica
tiene”, dijo.
Actualmente
la Comunidad Taizé está conformada por cien hermanos. Es una agrupación
ecuménica que está compuesta de católicos y protestantes: “Queremos ser en la
Iglesia un signo de reconciliación –explica Héctor¬–. Lamentablemente la
familia cristiana es una familia dividida. Por medio de nuestra vida queremos
decir que en Cristo las divisiones no existen. Cristo nos llama a que seamos
uno para que el mundo crea. La iglesia pierde su credibilidad por el hecho que
está dividida. Es por eso que tenemos que hacer todo lo posible para que los
cristianos vivan visiblemente en comunión los unos con los otros. Cristo nos
llama a la comunión, a ser portadores de comunión”.
–¿Cuántos
hermanos latinoamericanos tiene esta comunidad?
– Somos
cuatro. Tenemos un hermano chileno, un hermano boliviano, un argentino y un
servidor que es de familia puertorriqueña.
El
hermano Héctor añadió que en América Latina hay una fraternidad de la Comunidad
de Taizé en Brasil, en la ciudad de Alagoinhas, Bahía, donde comparten la vida
con los más pobres.
Sobre
por qué el estilo de vida monástico de la Comunidad Taizé atrae a mucho a
jóvenes, respondió: “No lo sabemos. ¿Qué es lo que ellos encuentran en esta
pequeña aldea en la Borgoña Francesa? Ahí no hay grandes espectáculos, no hay
grandes atracciones. Hay una comunidad de hermanos que rezan y que buscan ser
en el mundo una señal del Cristo de comunión, quien los acoge a todos sin
excepción. Quizás es eso. Quizás es la sencillez de la acogida. En Taizé intentamos
quedarnos con lo esencial. La oración, la hospitalidad, el compartir, la
Palabra de Dios, el silencio. Quizás en un mundo que a veces esta agotado, en
Taizé y en muchos otros lugares en la Iglesia, los jóvenes encuentra una
palabra de esperanza.
A
los jóvenes mexicanos, el hermano Héctor les pidió: “No dejen de buscar la
fuente. Esa fuente que esta más cerca de lo que podemos imaginar. Es la fuente
que esta presente que en nuestros corazones, es Cristo, es el Espíritu de
Cristo Resucitado. En el correr, correr de cada día atrévanse a parar para
escuchar el corazón, ahí donde Dios nos habla. Tenemos que cuidar el corazón,
la vida interior... porque es ahí que vamos encontrar una felicidad. Dios nos
quiere felices”, concluyó.
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Por segunda ocasión en el año, dos jóvenes de la Comunidad
Ecuménica Taizé se encuentran de visita en la Arquidiócesis de México para ver
la posibilidad de realizar el próximo año una “Peregrinación de Confianza” en
esta Iglesia particular, en la que participaría el hermano Alois, sucesor del
hermano Roger, fundador de esta comunidad monástica con sede en Francia.
El evento, que tendría verificativo
en mayo del 2014, pretende apoyar la Misión Juvenil que se lleva a cabo hoy en
día en la Ciudad de México, aunque estaría abierto a los jóvenes de todo el
país, incluso de Centroamérica y del Caribe.
En
entrevista, el hermano Héctor, quien es originario de Puerto Rico, recordó que
muchos jóvenes mexicanos visitan todos los años la comunidad de Taizé para
participar en los tradicionales encuentros de oración.
Dijo
que si bien se encuentran en México para apoyar el esfuerzo que ha puesto el
cardenal Norberto Rivera Carrera en la Pastoral Vocacional y Juvenil, si algún
joven siente el llamado a formar parte de esta comunidad, tendría que viajar a
Taizé, Francia.
El
primer paso para ingresar a la comunidad –explicó– consiste en vivir una
experiencia como voluntario, ayudando a recibir a los peregrinos que llegan a
esa localidad semana a semana. Durante ese tiempo, el interesado es acompañado
espiritualmente por un hermano, que le puede ayudar a discernir qué es lo que
Dios espera de él y como le gustaría responder.
“Cuando
ya está claro que la vocación es para nuestra comunidad, el joven entra en el
noviciado. Después de varios años de oración, de formación, de vida en común,
de estudio el joven hace sus votos, es decir, se compromete para siempre a
llevar una vida en común, el celibato, la comunidad de bienes y la aceptación
de una autoridad, lo que tradicionalmente se ha llamado el voto de la
obediencia. Estos serían los votos monásticos que cualquier comunidad monástica
tiene”, dijo.
Actualmente
la Comunidad Taizé está conformada por cien hermanos. Es una agrupación
ecuménica que está compuesta de católicos y protestantes: “Queremos ser en la
Iglesia un signo de reconciliación –explica Héctor¬–. Lamentablemente la
familia cristiana es una familia dividida. Por medio de nuestra vida queremos
decir que en Cristo las divisiones no existen. Cristo nos llama a que seamos
uno para que el mundo crea. La iglesia pierde su credibilidad por el hecho que
está dividida. Es por eso que tenemos que hacer todo lo posible para que los
cristianos vivan visiblemente en comunión los unos con los otros. Cristo nos
llama a la comunión, a ser portadores de comunión”.
–¿Cuántos
hermanos latinoamericanos tiene esta comunidad?
– Somos
cuatro. Tenemos un hermano chileno, un hermano boliviano, un argentino y un
servidor que es de familia puertorriqueña.
El
hermano Héctor añadió que en América Latina hay una fraternidad de la Comunidad
de Taizé en Brasil, en la ciudad de Alagoinhas, Bahía, donde comparten la vida
con los más pobres.
Sobre
por qué el estilo de vida monástico de la Comunidad Taizé atrae a mucho a
jóvenes, respondió: “No lo sabemos. ¿Qué es lo que ellos encuentran en esta
pequeña aldea en la Borgoña Francesa? Ahí no hay grandes espectáculos, no hay
grandes atracciones. Hay una comunidad de hermanos que rezan y que buscan ser
en el mundo una señal del Cristo de comunión, quien los acoge a todos sin
excepción. Quizás es eso. Quizás es la sencillez de la acogida. En Taizé intentamos
quedarnos con lo esencial. La oración, la hospitalidad, el compartir, la
Palabra de Dios, el silencio. Quizás en un mundo que a veces esta agotado, en
Taizé y en muchos otros lugares en la Iglesia, los jóvenes encuentra una
palabra de esperanza.
A
los jóvenes mexicanos, el hermano Héctor les pidió: “No dejen de buscar la
fuente. Esa fuente que esta más cerca de lo que podemos imaginar. Es la fuente
que esta presente que en nuestros corazones, es Cristo, es el Espíritu de
Cristo Resucitado. En el correr, correr de cada día atrévanse a parar para
escuchar el corazón, ahí donde Dios nos habla. Tenemos que cuidar el corazón,
la vida interior... porque es ahí que vamos encontrar una felicidad. Dios nos
quiere felices”, concluyó.
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