Durante su discurso el Papa Francisco no dejó de improvisar. Habló del bautismo y preguntó, una vez más si se acordaban la fecha del mismo, y les dio como 'tarea' de saberlo, dado la importancia que significa ese día para el cristiano.
Recordó también lo bello que es que los párrocos conozcan a sus fieles, incluso el nombre sus perros, ironizó. ¡Qué bonito!, exclamó el papa.
A los padres les dijo: ¿Si los padres solamente escuchan en la casa el telediario, de qué otra cosa van a hablar con sus hijos?
También tuvo palabras para los sacerdotes e ironizó sobre las prédicas largas, aburridas y que no dicen nada, mirándoles y sonriendo les dijo: "esto es para ustedes".
Sobre las familias y los matrimonios reconoció que muchos terminan demasiado temprano, quizás, dijo, porque no se ha logrado pedir perdón a tiempo. “Peléense cuanto quieran, pueden volar los platos, pero nunca terminar el día sin pedirse perdón” le recomendó a los matrimonios.
Al concluir, tras la bendición y oración, saludo a diversas personas presentes, incluso a un niño visiblemente en quimioterapia.
Basílica de Santa Clara
De allí, el Papa se trasladó hasta la Basílica de Santa Clara, rezó en la tumba de la fundadora y tuvo un encuentro con las religiosas
En su intervención, recordó que la monja en la clausura al consagrar toda su vida, "se sucede una transformación que no se logra entender enteramente, la normalidad de nuestro pensamiento no entiende como una monja pueda quedarse aislada y sola con el infinito" dijo.
“La monja cuando hace esto se vuelve profundamente humana, con una gran humanidad, como la de la Madre Iglesia. Personas que saben entender las problemáticas, saben perdonar, pedir al Señor por las personas. Vuestra humanidad viene por esta vía: la encarnación del Verbo”.
“¿Cuál es el signo de una monja así humana?: es la alegría” y añadió que a veces “encuentro monjas que no son alegres, quizás sonríen con la sonrisa de una azafata, pero no es la alegría que viene desde adentro”.
En el momento más místico de su intervención, el Papa Francisco comentó que hoy en la misa contempló el crucifico de san Francisco, con los ojos abiertos, con su sangre. “Esta es vuestra expresión, la realidad de Jesucristo, no ideas abstractas, porque esas secan la cabeza”.
“La contemplación de las llagas de Jesucristo que se las ha llevado al cielo”. Por ello es lindo cuando la gente va a los locutorios de los monasterios y pide oraciones, quizás para la monja no es nada de extraordinario, pero la monja como la Iglesia debe ser experta en humanidad.
Sobre la vida en comunidad, el Papa Francisco pidió a las religiosas que se “cuiden como una familia” y les alertó: “Los problemas existen, pero como en una familia con amor”. Y añadió que es necesario cuidar la vida de comunidad, porque es así en familia, está el Espíritu Santo en medio de la comunidad”.
Finalizó su intervención, con una petición ya muy conocida: “Les pido que recen por mí”.
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