La Iglesia se ha dedicado mucho en los últimos años a combatir propuestas culturales alienantes para la persona, y ha podido descuidar el anuncio de su propuesta. Amplio acuerdo hay también sobre la necesidad de mejorar la preparación al matrimonio, con procesos más exigentes, aunque ello suponga a corto plazo un descenso de bodas canónicas. En cuanto a la atención a las situaciones difíciles, como los divorcios, hay unanimidad en que es necesario un esfuerzo mayor de acercamiento a estas personas, que suelen arrastrar una gran carga de sufrimiento. El acceso a la comunión de algunas de ellas es una parte del debate, aunque muy parcial, lo cual contrasta con la presencia casi exclusiva de este tema en los medios. Ese árbol está impidiendo a muchos ver el bosque, lo cual, por otra parte, no debe sorprender a los padres sinodales, uno de cuyos grandes retos es precisamente sortear las barreras que pone la cultura dominante al anuncio de la belleza de la propuesta cristiana sobre la familia.

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