Papa Francisco ya se encuentra en Uganda con el objetivo de conmemorar el 50 aniversario de la canonización de sus mártires: “espero que mi presencia aquí sea vista también como un signo de amistad, aprecio y aliento a todo el pueblo de esta gran nación” expresó en su discurso de bienvenida.
Y es que el Papa Francisco sabe bien que los mártires, tanto católicos como anglicanos, “son verdaderos héroes nacionales”. Se trata de un grupo de 23 anglicanos y 22 católicos liderados por Carlos Lwanga. Fueron ejecutados entre 1885 y 1887.
“Ellos dan testimonio de los principios rectores expresados en el lema de Uganda: «Por Dios y mi país”, afirmó el pontífice, añadiendo: “Nos recuerdan el papel fundamental que ha tenido y sigue teniendo la fe, la rectitud moral y el compromiso por el bien común, en la vida cultural, económica y política de este país”.
También citando a los mártires mostró que “todos estamos llamados a buscar la verdad, a trabajar por la justicia y la reconciliación, y a respetarnos, protegernos y ayudarnos unos a otros como miembros de una única familia humana”.
Papa Francisco explicó que su visita quiere llamar la atención sobre África en su conjunto: “sus promesas, sus esperanzas, sus luchas y sus logros: El mundo mira a África como al continente de la esperanza”. “Uganda ha sido bendecida por Dios con abundantes recursos naturales”, explicó, per sobre todo por su gente: “sus familias fuertes, sus jóvenes y sus ancianos”.
Una vez más el Papa quiso hablar de los jóvenes y de los mayores. A los jóvenes los verá mañana y quiere ofrecerles “esperanza, oportunidades de educación y empleo remunerado y, sobre todo, la oportunidad de participar plenamente en la vida de la sociedad”. A los mayores les dijo que son una bendición: “son la memoria viva de todos los pueblos”.
Africa, Uganda y los refugiados
El tema de los refugiados fue el segundo tema que el Papa Francisco abordó en su discurso destacando la “preocupación excepcional” de Uganda “por acoger a los refugiados, para que puedan reconstruir sus vidas con seguridad y con el sentido de la dignidad que proporciona el ganarse el sustento mediante un trabajo honrado”.
“La manera como los tratamos es una prueba de nuestra capacidad de humanidad, de nuestro respeto por la dignidad humana y, sobre todo, de nuestra solidaridad con estos hermanos y hermanas necesitado”, recordó el Papa Francisco.
Sobre los jóvenes, los mayores y los refugiados el Papa Francisco volvió a hablar de la cultura del descarte que “nos hace perder de vista los valores espirituales, endurece nuestros corazones ante las necesidades de los pobres y roba la esperanza a nuestros jóvenes”.
Finalizó su intervención bendiciendo en la lengua del país: Mungu awabariki! (Que Dios los bendiga).
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