Mons. Gómez, también vicepresidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), aseguró que “nuestra misión es clara: estamos llamados a escuchar el lamento del pobre y estamos llamados a abrir nuestras puertas al extraño que llama y a buscar el rostro de Cristo que viene a nosotros en el inmigrante y el refugiado”.
Durante sus primeros días de gobierno, Trump emitió controversiales órdenes ejecutivas referentes a migrantes, determinando, entre otros puntos, detener el programa de admisión de refugiados al país durante 120 días y, en el caso de los refugiados sirios, suspender indefinidamente su acceso a Estados Unidos.
Trump también ordenó que se detenga el acceso al país de ciudadanos de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen.
Otra polémica orden ejecutiva de Trump fue la que anunció “la inmediata construcción de un muro físico en la frontera sur, monitoreado y apoyado por personal adecuado, para así prevenir la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y de personas y actos de terrorismo”.
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En su artículo titulado “Sobre las órdenes ejecutivas”, publicado el 31 de enero, Mons. Gómez lamentó que “no parece haberse pensado mucho” en la legalidad de las órdenes ejecutivas de Trump, “o en explicar su razón de ser o considerar las consecuencias prácticas para millones de personas aquí y en todo el mundo”.
“Es verdad que las órdenes de refugiados no son una ‘prohibición de musulmanes’, como algunos manifestantes y medios de comunicación están alegando. De hecho, la amplia mayoría de países de mayoría musulmana no son afectados por las órdenes, incluyendo a algunos que tienen problemas reales con el terrorismo, como Arabia Saudí, Pakistán y Afganistán”, señaló.
Sin embargo, “eso no hace que estas órdenes sean menos preocupantes”.
“Detener la admisión de refugiados por 90 o 120 días podría no verse como un tiempo largo. Pero para una familia huyendo de una nación destrozada por la guerra, o la violencia de los carteles de la droga, o de señores de la guerra que fuerzan incluso a niños a enrolarse en sus ejércitos, esto podría significar la diferencia entre la vida y la muerte”, advirtió.
Además, precisó, “es un hecho simple que no todos los refugiados son terroristas, y los refugiados no son siquiera la principal fuente de amenazas a nuestro país”.
Como un ejemplo, el Arzobispo de Los Ángeles recordó que el ataque terrorista del Estado Islámico en San Bernardino, California, “fue ‘cultivado en casa’, realizado por un hombre nacido en Chicago”.
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Si bien destacó que “una de las órdenes significará que nuestro país finalmente comenzará a dar prioridad a ayudar a cristianos y otras minorías perseguidas”, el Prelado estadounidense cuestionó: “¿Quiere Dios que nuestra compasión por la gente se detenga en las fronteras de Siria? ¿Vamos ahora a decidir que algunas personas no merecen nuestro amor porque tienen diferente color de piel, una religión diferente o nacieron en el país ‘equivocado’?”.
Mons. Gómez lamentó que “en el nombre de mostrar inflexibilidad y determinación, estamos comunicando al mundo una dura indiferencia”.
“Ahora mismo, ninguna nación acepta más refugiados que Estados Unidos. ¿Qué tipo de mensaje estamos enviando al mundo?”.
“Todos estamos de acuerdo en que nuestra nación tiene la obligación de asegurar sus fronteras y establecer criterios para a quién se le permite entrar y por cuánto tiempo se le permite quedarse”, dijo, pero subrayó que “nuestro acercamiento a todos estos temas debe ser consistente con nuestros ideales. Estados Unidos siempre ha sido diferente, algunos dirían excepcional”.
“Acoger inmigrantes y albergar refugiados siempre ha sido algo especial y esencial sobre quiénes somos, como una nación y como un pueblo”, indicó.
Si bien “estas nuevas órdenes sobre inmigración principalmente exigen solo regresar a la práctica de aplicar las leyes vigentes”, Mons. Gómez advirtió que “el problema es que nuestras leyes no han sido aplicadas por tanto tiempo que ahora tenemos millones de indocumentados viviendo, trabajando, dando culto a Dios y yendo a la escuela en nuestro país”.
“Eso incluye a millones de niños que son ciudadanos viviendo en casas con padres indocumentados. Estos niños tienen el derecho –como ciudadanos y como hijos e hijas de Dios– de crecer con alguna garantía de que sus padres no serán deportados”, dijo.
El Prelado señaló que las órdenes ejecutivas de Trump “no cambian el hecho de que nuestra nación necesita una verdadera y duradera reforma de nuestro sistema de inmigración”.
“Una política solo de aplicación –sin reforma del sistema subyacente– solo llevará a una pesadilla de derechos humanos”, advirtió.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 30 de enero de 2017
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