Homilía pronunciada por el Emmo. Sr. Cardenal Norberto Rivera C., Arzobispo Primado de México, Peregrinación a la Basílica de Guadalupe. 7° Aniversario de Unión de Voluntades.


Solemnidad de San Pedro y San Pablo, 29 junio de 2013

Convocados por nuestra fe, en esta festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo,  venimos en peregrinación ante nuestra Madre Santísima de Guadalupe para agradecer sus muchas bendiciones en este 7° ANIVERSARIO DE UNION DE VOLUNTADES, y para implorar confiados su intercesión por nuestra Nación mexicana, que nos alcance de la Santísima Trinidad una fe sólida, una esperanza activa y  anhelos de la Unidad y de la Paz fundados en el amor.

LA UNIDAD DE LA  IGLESIA Y EL MISTERIO TRINITARIO

El Concilio Vaticano II nos enseña que la Iglesia en su esencia más íntima es un misterio de fe, profundamente vinculado con el misterio infinito de la Santísima Trinidad, de donde tiene su consistencia y vida, donde encuentra  su UNIDAD.

Esta perspectiva trinitaria de la Iglesia nos la revela Jesús con las últimas palabras que dijo a los Apóstoles antes de su retorno definitivo al Padre: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19). Por lo que todas las personas están invitadas y llamadas al bautismo, que significa la introducción en el misterio de la vida divina de la Santísima Trinidad, a través de la Iglesia de los Apóstoles y de sus sucesores, quicio visible de la comunidad de los creyentes.


LA IGLESIA FUNDADA EN LA FE  APOSTOLICA

El Catecismo de la Iglesia nos enseña que la Iglesia es UNA, SANTA, CATOLICA Y APOSTOLICA. En este día en que celebramos la solemnidad de las Columnas de nuestra Iglesia: San Pedro y San Pablo, reafirmamos nuestra fe en su origen apostólico, ya que fue construida «sobre el fundamento de los Apóstoles» (Ef 2, 20); por su enseñanza, que es la misma de los Apóstoles; por su estructura, porque es instruida, santificada y gobernada, hasta la vuelta de Cristo, por los sucesores de los Apóstoles, que son los Obispos, los cuales están en comunión con el Papa, que es el sucesor de Pedro. (Cfr. Catecismo de la Iglesia, n.811-870; CIC, cc. 330-367)

LLAMADOS A LA SANTIDAD

Somos llamados a una relación personal y privilegiada por Jesús, nos invita a encontrarnos con él y a que nos vinculemos estrechamente a Él, porque es la fuente de la vida (cf. Jn 15, 5-15) y sólo Él tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6, 68). Los primeros discípulos descubren  “Por una parte, no fueron ellos los que escogieron a su maestro fue Cristo quien los eligió. De otra parte, ellos no fueron convocados para algo (purificarse, aprender la Ley…), sino para Alguien, elegidos para vincularse íntimamente a su Persona (cf. Mc 1, 17; 2, 14). Jesús los eligió para “que estuvieran con Él y enviarlos a predicar” (Mc 3, 14), para que lo siguieran con la finalidad de “ser de Él” y formar parte “de los suyos” y participar de su misión. El discípulo experimenta que la vinculación íntima con Jesús en el grupo de los suyos es participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones (cf. Lc 6, 40b), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas”.  (Cfr. Aparecida, n. 131)

“La admiración por la persona de Jesús, su llamada y su mirada de amor buscan suscitar una respuesta consciente y libre desde lo más íntimo del corazón del discípulo, una adhesión de toda su persona al saber que Cristo lo llama por su nombre (cf. Jn 10, 3). Es un “sí” que compromete radicalmente la libertad del discípulo a entregarse a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6). Es una respuesta de amor a quien lo amó primero “hasta el extremo” (cf. Jn 13, 1)”. (Aparecida, n. 136)


LA IGLESIA DOMESTICA

Sabemos por experiencia personal que hemos recibido el don del Bautismo desde pequeños, que en nuestra familia se nos enseñó a conocer y amar a Jesús, aprendimos el valor de la vida y descubrimos que la familia es el santuario donde se refleja el misterio del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Qué gran privilegio contar con una familia unida por el amor a Dios y en la que la santidad es el ambiente en que se vive cada día. Fortalezcamos y defendamos a la Familia. Es la Iglesia doméstica que nos inicia en el amor y acompaña toda nuestra vida. No aceptemos propuestas antinaturales  que desfiguran y oscurecen este resplandor que nos ilumina desde la Santísima Trinidad. La verdadera familia es fuente de fecundidad en todas las dimensiones y es escuela de santidad.

ALEGRIA DE LA COMUNION DE LOS SANTOS

Gracias al bautismo comprendemos que LA SANTIDAD no es una alternativa de nuestra vida, es la UNICA RAZON para la cual existimos.

La santidad no es una utopía, es la plenitud de nuestra realización humana y espiritual. Todos estamos llamados a ser santos, como nuestro Padre Celestial es Santo.  En esta peregrinación se ha querido dar un signo fuerte de que esto es posible. Más de 150 reliquias de santos, beatos, siervos y mártires nos han acompañado en esta cruz monumental, como un recuerdo de que los santos han sido transfigurados por el misterio de la Cruz Redentora. Con palabras de San Pablo podemos expresar el sentir de los santos: “He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe” (cfr Tim 4, 6-8. 17-18)


Nos acompañan reliquias del Beato Juan Pablo II, de José Sánchez del Río, San Rafael Guízar y Valencia, Madre Teresa de Calcuta, San Francisco de Asís, del Padre Pío, San Cristóbal Magallanes, también de santos mexicanos mártires en la guerra cristera, de Santa Faustina, del beato Juan de Palafox, de la recién canonizada Madre Lupita, del siervo de Dios José Antonio Plancarte y Labastida y muchos más que coronaron su bautismo con la plenitud de la santidad.


EL CRISTIANO TESTIGO Y APOSTOL DE LA SANTIDAD.

En nuestro tiempo, a cada uno de nosotros el Señor nos pregunta nuevamente “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?....y Ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?”. Queremos contestar unidos a Pedro, en la persona del Santo Padre Francisco, “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Pedimos al Señor nos conceda seguir construyendo su Reino sobre la Roca de la fe.

Pedimos al Señor reavive en nuestros corazones la esperanza de vivir cada día en gracia, que así vayamos caminando con decisión hacia la santidad, que como nos lo ha recordado el Papa Francisco es "un proceso que toma tiempo, que no se lleva a cabo de la noche a la mañana: se hace durante toda la vida. Es como el buen vino".


Ante ti, Santa María de Guadalupe, Madre de Dios y de la Iglesia, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive y que es  fuente de toda santidad, ponemos nuestro agradecimiento por tantos beneficios, y también nuestras muchas penas y necesidades que Tú bien conoces. Alcanza para nuestro pueblo mexicano los deseados dones de la paz y la justicia, de la unidad y del amor. Así sea.
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