(Zenit) La Fundación –presidida por el cardenal Stanislaw Rylko– sostiene iniciativas de carácter educacional, cultural, religioso y caritativo inspiradas en la figura de san Juan Pablo II, de quien este sábado se celebra la memoria litúrgica. Su acción se extiende a varios países, especialmente en Europa del Este donde muchos estudiantes han podido completas sus estudios gracias a su aporte y también en América Latina.
La celebración del aniversario permite a la Fundación hacer un balance del trabajo que han efectuado hasta la fecha y al mismo tiempo mirar al futuro con nuevas metas y objetivos.
Así, el Papa alentó a sus miembros a continuar su compromiso con la promoción y el apoyo de las nuevas generaciones, para que puedan hacer frente a los retos de la vida siempre animadas por la sensibilidad evangélica y el espíritu de fe, y subrayó que «la formación de los jóvenes es una inversión para el futuro», para «que nunca se les robe la esperanza del mañana».
En sus palabras a los miembros de la Fundación les señaló: «El año jubilar que estamos terminando nos ha llevado a reflexionar y meditar sobre la grandeza de la misericordia de Dios en un tiempo en que el ser humano, debido a los avances en diversos campos de la tecnología y la ciencia, tiende a sentirse autosuficiente, como si estuviera emancipado de toda autoridad superior, creyendo que todo depende de él».
«Como cristianos, sin embargo, somos conscientes de que todo es don de Dios y de que la verdadera riqueza no es el dinero, que al contrario puede esclavizar, sino el amor de Dios, que nos hace libres», aseguró Francisco.
Después recordó con emoción su viaje a Polonia donde, afirmó: «Experimenté la alegría de la fe en la JMJ. La tierra polaca ha tenido dos grandes hijos en santa Faustina Kowalska y san Juan Pablo II, ambos apóstoles de la Divina Misericordia. Y que en la encíclica Dives in Misericordia, san Juan Pablo II indicaba: «Jesús, sobre todo con su estilo de vida y con sus acciones, ha demostrado cómo en el mundo en que vivimos está presente el amor, el amor operante, el amor que se dirige al hombre y abraza todo lo que forma su humanidad. Este amor se hace notar particularmente en el contacto con el sufrimiento, la injusticia, la pobreza; en contacto con toda la ‘condición humana’ histórica, que de distintos modos manifiesta la limitación y la fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea moral».
Santa Faustina, en su Diario –señaló el Pontífice– anotaba una exhortación que le dirigió el Señor Jesús: «Hija Mía, observa mi Corazón misericordioso y reproduce su compasión en tu corazón y en tus acciones, de modo que tú misma, que proclamas al mundo mi misericordia, seas inflamada por ella«.
«¡Que las palabras, y especialmente los ejemplos de vida de estos dos testigos luminosos –concluyó el Papa– inspiren siempre vuestro compromiso generoso y que la Virgen María, Mater Misericordiae, les proteja y acompañe! Les bendigo a todos de corazón así como a vuestras familias y por favor les pido que recen por mí».
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