Cultura Bíblica


En el presente artículo comentaremos sobre el tipo de fe del centurión y de muchas otras personas que se acercaron a Jesús, y la manera en que nos interpela en la forma en que nosotros enfocamos nuestra fe en el Señor.

 

¿En qué creía y cómo funcionaba la fe del centurión que tanto alabó el Señor Jesús? El centurión romano del que nos habla el Evangelio del día de hoy era una persona que no se consideraba digna de interactuar con Jesús pues conocía la rigidez de las tradiciones judías sobre el trato con paganos. Sin embargo, algún conocimiento tenía aquel hombre de las cualidades de Jesús de Nazaret.

De acuerdo a como nos lo presenta el relato, el militar romano creía que Jesús, de manera análoga a la disciplina militar, era poderoso como para mandarle a la enfermedad que se retirara de su siervo, por ello bastaba con la orden para que el siervo quedara sano. Esto nos plantea la pregunta ¿Qué creía el centurión a propósito de la identidad de Jesús? ¿Sabía o sospechaba que era el Hijo de Dios, el redentor del mundo?

Tal vez ninguna de estas dos formulaciones entraba dentro de las ideas que tenía sobre el Señor. Simplemente podía bastar el reconocimiento de que Jesús actuaba en nombre de Dios con poder como para decir: “con que digas una palabra mi siervo quedará sano…”

Este tipo o nivel de fe estuvo presente en muchas otras personas que se acercaron a Jesús. Por ejemplo, en el Evangelio de san Marcos un leproso le dijo desde lejos: “si quieres puedes curarme…”, otra anciana hemorroísa, en el mismo Evangelio, se le acercó por detrás y, sin mediar palabra, tocando a Jesús obtuvo su curación. En cierto modo, podemos resumir que durante el ministerio de Jesús, más allá de las formulaciones de fe, era muy importante la manera en que la persona se situaba frente a Él y las consecuencias que esperaba recibir de esta aproximación.

En los primeros pasos de la comunidad cristiana, nosotros observamos que sin disminuir lo ya dicho, los apóstoles inculcaron a la comunidad el reconocimiento de Jesús como mesías e Hijo de Dios. San Juan nos dice que “quien reconoce a Jesús como Hijo de Dios, ese es de Dios. Quien lo niega, ese es el anticristo”

En el libro de los Hechos de los Apóstoles se nos narra que Pablo después de haber concluido un discurso evangelizador miró a un tullido joven con suficiente fe para ser sanado y le dijo: “en el nombre de Jesucristo ponte de pie..” y así sucedió. El problema serio ocurrió en seguida pues confundieron a Pablo y a Bernabé con divinidades griegas y les querían ofrecer sacrificios. Éstos lograron, a duras penas impedirlo y aprovecharon la ocasión para hablarles del verdadero Dios. Como lo notamos, la fe es un asunto muy humano que se conjuga con un contenido sobrenatural y teológico.

El reto de este Año de la Fe es rescatar nuestra experiencia de fe con toda su riqueza, sobre todo crecer en la fe como relación profunda de confianza con Jesucristo para así hacer brillar todas sus potencialidades de sanación y reconciliación.
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