P. Jorge Loring: «Yo pego voces pero es Dios quien toca los corazones»


(Diócesis de Málaga) Con motivo de su fallecimiento, rescatamos una entrevista realizada por diocesismalaga.es


Le llaman el «padre sonrisas», y dicen de usted que es un provocador o un friky, ¿cómo se definiría a sí mismo?


¡Evangelizador! Me decía una entrevistadora que hablo a puñetazos. ¡Pues sí! Porque cuando creo una cosa, la digo con fuerza y con convicción. Y si a alguno eso le molesta, pues que defienda sus ideas a su aire. Yo, las mías, las defiendo a puñetazos.


Sus predicaciones en internet son seguidas por centenares de miles de personas. ¿Qué opinión le merecen las nuevas tecnologías para la evangelización?


Yo en ideas soy tradicional. Lo que diga el Papa, lo digo yo. Pero en técnica, soy progresista. Cuando salieron los vídeos, enseguida grabé todas mis conferencias. Más tarde, pusieron una bomba en los juegos olímpicos de Atlanta, y me enteré de que el terrorista aprendió a hacer bombas en internet. Entonces yo pensé «Si internet sirve para hacer terroristas, ¿por qué no va a servir para hacer católicos?». Y empecé a enterarme de lo que era internet, porque jamás había oído hablar de página web ni nada de eso. Y ahí estoy desde el principio. Creo que más de 100.000 sitios en internet conectan conmigo, y he respondido a más de 50.000 consultas. Es un medio maravilloso de evangelización.


¿Es un riesgo subirse a la palestra de los medios a anunciar a Cristo?


Para mí no, porque muchas veces me han llamado algunas televisiones para hacerme encerronas, todos contra mí, ¡pues yo contra todos! No me callo. Yo respondo a todo lo que haga falta, pero otras veces, como en este caso, los medios de comunicación son favorables y me ayudan a difundir. Sobre todo en América, los medios te ayudan a evangelizar. En España te llaman para reírse de ti.


Un hombre como usted, que con 91 años sigue viajando por todo el mundo para dar conferencias y anunciar el Evangelio ¿de dónde saca tiempo para rezar? ¿Qué consejo nos da para rezar y no abandonar nuestra oración, nuestro contacto con Dios, sea en pleno estrés o en vacaciones?


Es verdad que me muevo mucho. Voy por mi octogésimo salto del atlántico. Pero confío más en Dios que en mi trabajo, como decía san Ignacio. No podemos perder el contacto con Dios, tenemos que pedirle eficacia, porque si no, todo lo que hagamos es «escribir en el aire». Tengo una frase que no es mía, pero me gusta mucho: «Dios pone casi todo, tú pones casi nada; pero Dios no pone su casi todo si tú no pones tu casi nada». Yo pego voces, pero es Dios quien toca los corazones.


En estos tiempos de incertidumbre, muchos acuden a lo esotérico para encontrar sentido a la vida.


Es una idiotez y, además, un pecado acudir a adivinos y brujos. Primero, todo lo que dicen es mentira y, si alguna vez aciertan, es del demonio, porque Dios no se presta a esos juegos.


¿Qué consejo me daría «para salvarme»?


¡Complicado! (dice, riendo, y dedica unos segundos a reflexionar) Que seas fiel a Dios. Ya está.



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