Las barbaridades cometidas por el Estado Islámico en Siria e Irak lo equipara a los proyectos políticos más criminales de la historia reciente. Nazismo, comunismo de estado en sus diversas variantes, leninista, estalinista, maoísta, camboyana, han tenido en común su desprecio por el sufrimiento extremo y el uso del terror como arma política. Pero aún a estos los supera el Estado Islámico en un punto, su exhibicionismo blasfemo de la crueldad: matanzas en masa, crucifixiones, degüellos, cabezas cortadas son ofrecidas por internet, para amedrentamiento de enemigos y captación de adeptos. Y es toda una reflexión pensar qué conciencias, qué mentes, se apuntan a tales prácticas, que resultan atractivas para suscitar la atención.
Pero el Estado Islámico no surge de la nada. Su franquicia inicial, Al Kaeda en Irak, después trasplantada a Siria, no hubiera pasado de una brigada de terroristas más si no hubiera sido financiada en abundancia por dos países musulmanes, Arabia Saudí y Qatar. Visto el desarrollo de la hiedra, el primero de los dos países abandonó el apoyo, pero Qatar ha seguido con él durante mucho tiempo. Tomás Alcoverro, periodista de La Vanguardia asentado en aquella zona desde hace más de dos décadas, lo contaba días atrás en aquel periódico, al hilo de las declaraciones en idéntico sentido del ministro alemán de Ayuda al Desarrollo, Gerd Müller, y que valió un desmentido formal del ministro de Asuntos Exteriores de Qatar, Jalid Al Attiya. La hiedra creció y ahora ya anda sola, pero lo que le permitió ganar en hegemonía en Siria ante la mirada silenciosa de Estados Unidos y la UE fueron aquellos países, y sobre todo el dinero de Qatar. ¿O es que hay alguien tan ingenuo que crea que un ejército de 30 mil hombres, bien armados y pagados, se mantiene con micro donaciones y algunos secuestros?
Qatar ha financiado al Estado Islámico, como lo ha hecho con Hamas en Gaza, con los Hermanos Musulmanes y con las facciones más radicales, que luchan en lo que hoy es el estado fallido de Libia . Ha estado con su dinero detrás de todos los desmanes guerra, crueldad y sufrimiento de estos últimos años. Compra tranquilidad en su país a cambio de exportar el terrorismo más radical.
La paradoja es que, mientras en las guerras balcánicas la crueldad y la limpieza étnica en Bosnia y Kosovo valió la intervención masiva americana y europea hasta conseguir la derrota de Serbia, el cambio de régimen y el ulterior juicio de los responsables -¿quién no recuerda los bombardeos en la propia capital, Belgrado?-, con el EI todo ha sido prudencia. La diferencia radica en el dinero que reparte a espuertas Qatar en Occidente y compra tantos silencios y complicidades.
En este contexto hay que situar el patrocinio del FC Barcelona a cargo de aquel país. Se puede alegar que, cuando se firmó, la idea sobre Qatar, al menos en términos públicos, era otra, pero ya hace tiempo que todo esto ha cambiado. ¿Qué espera el FC Barcelona para liquidar tal escandalosa complicidad? Porque es esta convivencia con el “bueno, no está demostrado”, cuando es público y notorio, lo que permite que Qatar no se sienta afectado y esté en condiciones de repetir sus apoyos cuando lo desee. Hay muchas formas de corrupción y aceptar dinero de Qatar es una de ellas.
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