Bangkok (Agencia Fides) – En el sur del país es fácil encontrarse con niños que están limpiando armar de fuego y haciendo turnos de noche en lugares de seguridad, además de los niños que luchan en las filas de los rebeldes islamistas. Es una realidad que ya ha costado la vida a más de 6.000 personas en los últimos diez años. Desde 2004, a raíz de la escalada de violencia en las tres provincias meridionales de Tailandia, Pattani, Yala y Narathiwat, los gobiernos han preferido considerar el fenómeno como un problema de seguridad interior y mantenerlo alejado de los medios de comunicación. “Tailandia no lo considera un conflicto, sino simplemente un motín. Si se aceptase esta realidad - dice el fundador de la Fundación Justicia para la Paz (JPF) -, las Ong podrían ofrecer una mayor protección a los civiles y a la gente inocente”. Alrededor de una docena de grupos separatistas de las tres provincias denuncian la discriminación de la región por parte del gobierno central y exigen la unión de los tres territorios, de mayoría musulmana, en un país predominantemente budista, para crear un estado islámico independiente. (AP) (30/9/2014 Agencia Fides)
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