Ciudad de Guatemala – En las calles de Guatemala es fácil encontrarse con adultos, niños, niñas y jóvenes que deambulan inhalando cola para evitar la sensación de hambre y no pensar en las situaciones de violencia por los que han abandonados sus familias, si es que alguna vez han tenido una. Según la información enviada a la Agencia Fides por las organizaciones que trabajan en favor de las personas que viven en las calles, no hay estadísticas en grado de cuantificar el número de seres humanos que viven en estas condiciones. Por desgracia, la cuestión de abuso infantil y la falta de atención por parte del Estado no cambian de una generación a otra.
Sobrevivir no es fácil para ellos, expuestos al desprecio de la gente, de las autoridades municipales y de la policía. En algunos casos, como parte de una rehabilitación, son llevados de vuelta a sus casas. Frecuencia se reagrupan entre sí y viven como “una familia”, donde se cuidan mutuamente, siguiendo unas reglas comunes. Sin embargo, cuando estas reglas se rompen, el transgresor es golpeado e incluso alejado. La principal fuente de supervivencia es la mendicidad peor lo que ganan lo utilizan para comprar más cola o botellas de licor.
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