¿Es pecado usar ropa corta o pegada?

Para responder a esta pregunta, es necesario que entendamos primero en qué consiste la moral cristiana, resumida por Jesús en dos mandamientos principales (cf. Mt 22, 34-40; Mc 12, 28-31; Lc 10, 25-28): “Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Dt 6,5) y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19, 18).

El núcleo del mensaje cristiano no es otro, sino el amor. Quien no tiene eso constantemente frente a los ojos puede terminar interpretando la doctrina moral del Evangelio con un enfoque equivocado, como si fuera un simple “código de leyes” o una exacerbación de los “complejos de culpa” mal resueltos del hombre.

No se trata de eso absolutamente. Como le gustaba recordar al Papa Benedicto XVI, la fe cristiana es sobretodo el encuentro con una Persona, más que con “una decisión ética o una gran idea”, y es a causa de ese encuentro personal y transformador que se desarrolla todo lo demás de la vida cristiana.

Dicho esto, es necesario que consideremos los tres objetos del amor cristiano, que son alcanzados cuando una persona viste una ropa sensual:

El primero y más evidente es el amor al prójimo, pues quien se viste indecentemente causa escándalo a las personas a su alrededor, poniéndolas en ocasión de pecado. Fue el propio Cristo quien dijo que “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 28). Es verdad que las malas miradas y pensamientos sucios son iniciativa de otras personas, pero quien quiere ser visto de modo “francamente provocador” actúa como un señuelo aunque no tenga una intención clara de “seducir al prójimo o excitar sus pasiones”, cosa que sería aún peor.

El segundo es el amor a sí mismo, pues la persona que se viste de modo sensual y provocadora, al mismo tiempo en que revela los trazos de su cuerpo, termina escondiendo lo más importante que tiene: su alma. Para comprobar esa verdad, basta mirar el humillante papel al que se prestan los hombres y mujeres bailando desnudos sobre los carros alegóricos carnavalescos, degradados como simples “pedazos de carne” a la vista.

Es, finalmente, una falta contra el amor a Dios, muchas veces por temor mundano. Cuando alguien sabe, por ejemplo, que debe vestirse dignamente, pero no lo hace por miedo al qué dirán o pensarán sus amigos o familiares, es porque prefiere el amor de las criaturas al de Dios.

Observa, por lo tanto, cómo el uso de ropa corta o pegada constituye una gran falta a la caridad con Dios, con el prójimo y consigo mismo. Por eso, el amor tiene que estar en todo, incluso en la manera de vestir. La próxima vez que abras tu armario para escoger tu ropa, recuerda: tú eres una persona que ama.

6:05:00 a.m.

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