El sacerdote invitó a los católicos a no dejar que termine el 2016 sin hacer memoria de la presencia de Dios en él, ya sea en los momentos más bellos como en los más duros del año.
Para algunas personas, el 2016 fue tal vez “un año lleno de buenos momentos y bendiciones. Date un momento para revivirlos. Cierra tus ojos y contempla la alegría de esos instantes”.
“El nacimiento de un hijo, haber terminado por fin la carrera, la visita tan esperada de un familiar, una reconciliación después de mucho tiempo de separación, o la aparición de un amigo o amiga especial...el amor”, enumeró el P. Herrera.
Por el contrario, para otros “trajo más espinas que rosas; más momentos complejos que de celebración: Una enfermedad inesperada, la pérdida de un trabajo, un fracaso personal, o la partida de un ser muy querido”.
En esos casos es difícil dar gracias por esos momentos de dolor, por lo que el sacerdote recomendó hacer el ejercicio de “contemplar a todas aquellas personas que te rodearon en esas circunstancias y que con amor, ternura y solidaridad estuvieron junto a ti”.
“Esa presencia cariñosa también fue manifestación del amor de Dios contigo”, aseguró el P. Herrera.
Después de haber contemplado la presencia de Dios en los momentos buenos y malos del 2016, es necesario que el católico se proponga “construir con la ayuda de Dios un 2017 lleno de felicidad”, no solo para él “sino especialmente para los demás”.
De esta manera, es posible hacer de este año que comienza “un tiempo privilegiado de solidaridad, compasión y justicia en nuestra sociedad, renovando nuestro mundo y transformándolo en un lugar más digno y pleno para todos”, concluyó el P. Herrera.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 31 de diciembre de 2015
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