El Papa aseguró que la vida religiosa vive un momento de “prueba”, como así demuestran las estadísticas. “Estamos frente a una ‘hemorragia’ que debilita la vida consagrada y la vida misma de la Iglesia. Los abandonos en la vida consagrada nos preocupan mucho. Es verdad que algunos la dejan por un acto de coherencia, porque reconocen, después de un discernimiento serio, no haber tenido nunca vocación. Pero en otros, con el paso del tiempo, va a menos su fidelidad, muchas veces solo pocos años después de haber hecho la profesión perpetua”.
“¿Qué ha sucedido?”, se preguntó ante miles de religiosos. “Son muchos los factores que condicionan la fidelidad en esto es que es un cambio de época y no solo una época de cambio, en la que resulta difícil asumir compromisos serios y definitivos”.
A continuación, el Pontífice habló de diversos factores que afectan:
Contexto social
Para Francisco, “el contexto social y cultural en el que nos movemos” no ayuda “a mantener la fidelidad”. “Vivimos inmersos en la conocida cultura del ‘fragmento’, de lo provisional, que puede conducir a vivir ‘a la carta’ y a ser esclavos de las modas”.
El Papa denunció que la cultura actual introduce la necesidad de tener siempre unas ‘puertas laterales’ abiertas a otras posibilidades, alimenta el consumismo y olvida la belleza de la vida sencilla y austera, provocando muchas veces un gran vacío existencial”.
También criticó “un fuerte relativismo práctico según el cual todo viene adjudicado en función de una auto realización muchas veces extraña a los valores del Evangelio”.
“Vivimos en una sociedad en la que las reglas económicas sustituyen a las morales, dictan leyes e imponen sus propios sistemas de referencia en detrimento de los valores de la vida; una sociedad donde la dictadura del dinero y del aprovecharse propugna una visión de la existencia por la cual quien no rinde es descartado”.
Ante esto, “está claro que uno debe primero dejarse evangelizar para después comprometerse en la evangelización”.
Mundo juvenil
Otro factor es el “mundo juvenil”, un “mundo complejo, al mismo tiempo rico y desafiante”. “No faltan jóvenes generosos –continuó-, solidarios y comprometidos a nivel religiosos y social; jóvenes que buscan una verdadera vida espiritual; jóvenes que tienen hambre de algo distinto de lo que ofrece el mundo”.
Pero “también hay jóvenes que son víctimas de la lógica de la mundanidad, que se puede sintetizar así: búsqueda del éxito a cualquier precio, del dinero fácil y del placer fácil”.
Francisco aseguró que “nuestra responsabilidad no debe ser otra que la de estar junto a ellos para contagiarles la alegría del Evangelio y de la pertenencia a Cristo. Esta cultura será evangelizada si queremos que los jóvenes no sucumban”.
Contra-testimonio
El Santo Padre explicó también que dentro de la vida consagrada existen a veces “situaciones de contra testimonio que hacen difícil la fidelidad”. “Estas situaciones son, entre otras: la rutina, el cansancio, el peso de la gestión de las estructuras, las divisiones internas, la búsqueda de poder, una manera mundana de gobernar los institutos, un servicio de la autoridad que a veces se convierte en autoritarismo y otras veces un ‘dejar hacer’”.
A este punto, indicó que si la vida consagrada quiere mantener “su misión profética” y “continuar siendo una escuela de fidelidad para los cercanos y alejados, debe mantener la frescura y la novedad de la centralidad de Jesús, la atractiva espiritualidad y la fuerza de la misión, mostrar la belleza de la secuela de Cristo e irradiar esperanza y alegría”.
Francisco pidió tener atención especial “a la vida fraterna en comunidad”. “Tiene que ir alimentada por la oración comunitaria, la lectura de la Palabra, la participación activa en los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, así como del diálogo fraterno y de la comunicación sincera entre sus miembros”.
Por otro lado, señaló que “de la renovación de la vida fraterna en comunidad depende mucho el resultado de la pastoral vocacional, el poder decir ‘venid y veréis’ y la perseverancia de los hermanos y hermanas jóvenes y menos jóvenes. Porque cuando un hermano o una hermana no encuentra ayuda en su vida consagrada dentro de la comunidad, irá a buscarla fuera, con todo lo que eso conlleva”.
El Pontífice aseguró que “la vocación, como la misma fe, es un tesoro que llevamos en vasos de barro” y “por eso debemos cuidarla, como se guardan las cosas más preciosas, para que nadie nos robe este tesoro”.
Al final de su discurso, pidió a todos que tengan cuidado de “no ceder a los criterios de la mundanidad” porque “muchas veces las grandes infidelidades empiezan con pequeñas desviaciones o distracciones”.
Por último, el Papa hizo hincapié en el “acompañamiento” ya que “es necesario que la vida consagrada invierta en preparar acompañantes cualificados para este ministerio”. “Es difícil mantenerse fieles caminando solos, o caminando con la guía de hermanos y hermanas que no sean capaces de escuchar atenta y pacientemente, o que no tengan una adecuada experiencia de la vida consagrada”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 28 de enero de 2017
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