(Agencias/InfoCatólica) Como informa la agencia AsiaNews, en el día en que la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de San Juan Pablo II, el Papa Francisco oró ante la tumba de su predecesor, en el día que también, se recuerda el 40° Aniversario de su elección a la Cátedra de Pedro.
La mañana de este lunes 22 de octubre, el Papa Francisco se dirigió a la tumba de San Juan Pablo II en el interior de la Basílica Vaticana, allí el Pontífice se detuvo un momento en oración, en el día en que la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de Papa Wojtyla. Esta fecha también nos recuerda que un 22 de octubre de 1978, Karol Jósef Wojtyla inició su Ministerio Petrino.
San Juan Pablo II y los jóvenes
En declaraciones a los medios de comunicación acreditados en el Vaticano, el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, recordó «la importancia de la relación de San Juan Pablo II en la relación con las nuevas generaciones. Es un papa extremadamente vinculado con el mundo de los jóvenes».
El Santo Padre siempre ha mostrado una devoción especial por el Papa polaco, cuya canonización presidió el 27 de abril de 2014. Durante la Misa de canonización, conjunta con la del Papa San Juan XXIII, afirmó que San Juan Pablo II fue «el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría ser recordado, como el Papa de la familia».
Recientemente, en un mensaje dirigido a la diócesis italiana de Alba con motivo de un congreso celebrado por los 40 años de la elección de Karol Wojtyla como Pontífice, Francisco animó a «redescubrir su testimonio de fidelidad a Dios y de amor al hombre de este mi venerado Predecesor», y deseó que, al seguir el camino de San Juan Pablo II, los jóvenes se sientan alentados «a abrir las puertas a Cristo para animar un generoso esfuerzo a favor de la paz, la fraternidad y la solidaridad».
Asimismo, en una audiencia concedida a peregrinos polacos el pasado 10 de octubre, el Papa aseguró que «San Juan Pablo II ha enriquecido a la Iglesia universal con una gran cantidad de dones, que en gran parte heredó del tesoro de la fe y la santidad de vuestra tierra y de vuestra Iglesia».
Por ello, reivindicó su Pontificado, pues «trató de hacer que la Iglesia se erigiera como guardián de los derechos inalienables del hombre, de la familia y de los pueblos, para ser signo de paz, de justicia y de desarrollo integral para toda la familia humana».
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