(ZENIT – 29 oct. 2018).- “Ese cambio es el que tenemos que dar, que los jóvenes sean sujetos de la vida de la Iglesia”, matiza el Cardenal Carlos Aguiar, Arzobispo primado de México.
En una entrevista en exclusiva a Zenit, tras la celebración de la XV Asamblea General Ordinaria Sinodal sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el prelado mexicano expone las principales conclusiones de este Sínodo, que califica como “el mejor” por su metodología, novedosa en algunos aspectos, y por el tema y la forma, especialmente su preparación.
El Cardenal Aguiar ha destacado la “capacidad que pueda tener la Iglesia de abrir sus espacios, de escuchar, de acompañar, y no solamente de dictaminar lo que tú tienes que hacer, sino de llevarte a un encuentro con Dios, eso va a ser la magnífica manera de cumplir nuestra misión con los jóvenes”.
“En México, la Iglesia vive gracias a la mujer”
Así, el sacerdote natural de Tepic (México) ha conversado con Zenit de temas candentes en la Iglesia y tratados en el Sínodo de los Obispos: La integración de la mujer en los organismos eclesiales, la involucración de los jóvenes en las iglesias particulares, el efecto migratorio, y la “sinodalidad” de la Iglesia, a la que llama Francisco.
“En México, la Iglesia vive gracias a la mujer” ha aclarado el Arzobispo Primado de México. Al preguntarle por el voto de la mujer en el Sínodo, Mons. Aguiar indica que el primer nivel de la sinodalidad de la Iglesia es el de la Iglesia particular. “Tenemos que empezar de ahí, y ya Dios irá abriendo los pasos y caminos de cómo pasar al segundo nivel”.
Esta es la entrevista realizada por Zenit a Mons. Carlos Aguiar:
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ZENIT: ¿Cómo ha sido su participación en este Sínodo? ¿Qué ha tenido de característico este Sínodo?
Cardenal Aguiar: Ha sido el mejor Sínodo por 2 razones fundamentales, desde mi punto de vista. El primero es la metodología, que se cambió, y el segundo, el tema y la forma, como se preparó. En cuanto a la metodología hubo un cambio fundamental en hacer el Sínodo por partes. Antes era simplemente por fases, primero se escuchaba, después se interpretaba o discernía o se ponía en consenso, y finalmente se votaba. Hoy se hizo conforme al Instrumentum Laborisla primera parte, los primeros días, la segunda parte, los 8 días, y entonces eso hizo que entráramos en un proceso sinodal de escuchar y discutir sobre lo escuchado, de discutir lo escuchado y habiendo escuchado a todos, volverlo a confrontar en pequeños círculos, y luego ya la parte de conocer con el documento previo para poder volver a intervenir y volver a votarlo.
¿Qué significó eso? Significó que también la comisión de redacción a la que yo pertenecí, pudo ir trabajando el documento final desde prácticamente la primera semana: La primera parte, después la segunda parte. En los otros Sínodos, todo se preparaba al final, urgidos por el tiempo, con más improvisación quizás de incorporación de las los modos y de las formas. Era un trabajo que además se hacía contratiempo, en medianoche. Ahora también se ha trabajado en medianoche pero los que imprimen o los que ya son de la logística…
Y además el Papa le dio un toque. Su presencia media hora antes de iniciar las congregaciones generales, saludando a los iban llegando. Eso fue un toque especial del Papa. Otras veces ya había bajado, dando otro signo de haber participado, pero él estuvo pendiente de estar en la puerta recibiéndonos, de llegar antes a cada congregación. Y segundo: le dio un toque también a la primera parte, que es la más pesada, de estar escuchando, uno detrás de otro, uno detrás de otro… incluyendo después de cinco participantes de 4 minutos, es decir, 20 minutos, 3 minutos de silencio, en donde recogíamos en lo escuchado que es lo que nos había interpelado. Y eso fue muy bueno. Entonces el ambiente fue muy fraterno, muy cordial, muy en proceso de discernimiento.
Y la segunda razón fue el tema y su preparación. Se preparó con un pre- Sínodo con jóvenes de todos los continentes muy bueno, que le dio pie al Instrumentum Laboris entonces llega con muchos instrumentos de experiencia y de inquietudes y de señalamientos, y el tema no es tan entonces de conceptos y de doctrina, es de cómo llegar a los jóvenes, y la transmisión de la fe, como efectuarla en ellos, en las nuevas generaciones. Entonces el tema pastoral siempre nos abre más el corazón que los temas doctrinales solo puestos en el papel.
ZENIT: Como redactor del documento final, si tuviera que citar qué novedades presenta el documento. ¿Cuáles diría?
Cardenal Aguiar: La sinodalidad, que son los 3 pasos que señala el Papa: el de la escucha recíproca, el del discernimiento y el de las decisiones. Tenemos que tener las estructuras para que paradigmáticamente, a través de esas estructuras, la Iglesia se renueve. Ese es un punto clave del mensaje del documento final.
ZENIT: En el documento dice que se ha de involucrar más a los jóvenes en las iglesias particulares. ¿Cómo se va a promover esto?
Cardenal Aguiar: Sí, se tiene que promover más, porque hasta ahora hacemos la acción de acompañamiento a los jóvenes en grupos parroquiales… pero son más destinatarios, “objeto de…”. Que los jóvenes sean sujetos. Ese cambio es el que tenemos que dar, que los jóvenes sean sujetos de la vida de la Iglesia.
ZENIT: En México estuvieron trabajando durante dos años, preparando este Sínodo, con 250 jóvenes, procedentes de 49 centros educativos. ¿Qué necesidades percibió de ellos?
Cardenal Aguiar: Así, en Tlalnepantla. Yo todavía estaba en Tlalnepantla. Yo no me esperaba el cambio de la Ciudad de México. Yo visité todos los centros católicos y privados del área de Tlalnepantla, previamente, me llevó casi año y medio. Y después el Sínodo, y después el post-Sínodo, con ellos, un grupo selecto posterior, que fueron como 30. Yo ahí constaté y acá otra vez se volvió a confirmar que los hombres de este tiempo tienen sed de Dios. Y ahora te doy un dato de Google. En Google México nos dijeron que la búsqueda número 1 de Google en México es de tema espiritual religioso.
Y la segunda, es que entre ellos pueden establecer relaciones relaciones independientemente de las clases económicas a la que pertenecen, cosa que a los adultos ya les cuesta mucho trabajo. Entonces, ahí está el futuro. Y la Iglesia tiene esa capacidad de poner en relación personas de distintas clases y niveles económicos, sociales y educativos.
ZENIT: Usted comentó, de acuerdo al pensamiento de Ortega y Gasset, que la conducta social está fracturada, contrapuesta, y por ello, la Iglesia, ante este cambio de época, necesita replantearse forma de actuar para cumplir su misión. ¿Cómo se ha visto esto reflejado en las propuestas del documento final?
Cardenal Aguiar: Yo estoy feliz, feliz, feliz… ¿Por qué? Ortega y Gasset es excelente cuando escribe como habitualmente se transmiten los valores de una generación a otra, y como se interrelacionan las generaciones en donde su principal escollo son las generaciones inmediatas, pero como sirven las generaciones adultas después de una con los jóvenes, suponiendo 3 generaciones por ejemplo, que están entre 15 y 25 años, con la que está de 25 a 40, ahí hay dificultades, porque los ven como competencia que viene, entonces con mucho celo les cierran la puerta. En cambio los que ya están de 40-50 en adelante, a los jóvenes ya no les ven compartidores, si no, los ven como sucesores.
Este análisis que hace Ortega y Gasset lo deja tan claro que cuando luego dice que al venir un cambio de época (como él intuyó que venía, en el año 33), dice que tenemos que prepararnos porque en un cambio de época, la transmisión cultural de los valores se quiebra, y a quienes más afecta es a la generación juvenil, y allí se corre el riesgo de que entonces no asuma los valores de una cultura. Entonces es doble esfuerzo de los jóvenes, no solamente de la transmisión en general de los valores, que ya les cuesta siempre, sea la situación que sea, pero en un cambio de época, además de que ya les cuesta la adaptación a la cultura, que en eso les servíamos los adultos, ahora están confundidos, por la fractura de esos valores, que supuestamente se les están trasmitiendo como los grandes valores, y ellos, por toda la gran influencia de la fractura cultural, dicen ¿será verdad? Hasta ahora han estado equivocados, sí, habrá que coincidir con otros valores.
Entonces yo estoy muy contento, porque la capacidad que pueda tener la Iglesia de de abrir sus espacios, de escuchar, de acompañar, y no solamente de dictaminar lo que tú tienes que hacer, sino de llevarte a un encuentro con Dios, eso va a ser la magnífica manera de cumplir nuestra misión con los jóvenes. Yo lo viví en este Sínodo con ellos, y lo viví en México, porque estuve en diálogo con todos los centros educativos, y son abiertos, más quesean autoritarios ni impositivos, y el Sínodo, en su documento final, la parte tercera, precisamente plantea la necesidad de que las iglesias, en las diócesis seamos sinodales y misioneras.
Es decir, sinodales, para caminar juntos, y misioneras, para ir a los demás. El acompañamiento es fundamental, caminar juntos, que es un Sínodo, que hemos caminado aquí juntos los obispos con jóvenes.
ZENIT: En el punto 148 del documento final del Sínodo podemos leer que “los jóvenes y las jóvenes demandan con fuerza la integración de la mujer en los órganos eclesiales a todos los niveles”. ¿Cómo es la situación en México? ¿Se está dando una evolución real en este sentido?
Cardenal Aguiar: En México la Iglesia vive gracias a la mujer. La Iglesia actúa gracias a la mujer. La Iglesia transmite la fe y la acompaña gracias a la mujer. Lo que hace falta y ellas así lo viven, catequistas, miles de mujeres, en cada diócesis. Yo tenía en Texcoco cerca de 6.000 catequistas en la diócesis, y varones… si llegaban a 50 eran muchos. Voluntarias para ir a los hospitales son mujeres. Yo visité todos los hospitales de mi zona, de Tlalnepantla, y ya llevo 5 en la Ciudad de México. Es la mujer, la que acompaña, que está pendiente, la que con tanto cariño vela por sus familiares, y por sus niños enfermos… la mujer está presente para muchísimas de las actividades de familia, del apostolado… de los distintos campos. Ahí entra un poco más el varón gracias a Dios, en la pastoral familiar, y también, la mujer es la que está pendiente de las cosas que necesitan en la parroquia, son las que casi siempre nos ayudan a que esté limpia, a organizar la liturgia. La Iglesia vive gracias a su acción pastoral.
¿Qué es lo que nos falta, y qué es lo que tenemos que abrir? Abrir también los espacio de decisión. En el sentido no de estar coordinando simplemente un servicio, sino poder ser, por ejemplo, miembro del consejo pastoral parroquial, miembros del consejo de asuntos económicos en los que estén capacitadas, miembros de los consejos diocesanos de pastoral. Y en Tlalnepantla las tenemos, pero yo creo que tenemos que ejercitarlo más. Porque a veces hemos reducido el papel de la mujer a si es o no sacerdote. El ministerio es un servicio pero es como un servicio central para todos que vive gracias a todo lo demás que se hace. ¿Nuestra mirada a decir si le damos lugar a la mujer? Si va a ser o no va a ser diaconado… Tenemos que crecer en darle su relieve de incidencia en el camino pastoral de la Iglesia. Desde mi punto de vista.
ZENIT: Durante estos días, de asamblea sinodal, circuló en Internet una petición de mujeres católicas por el voto femenino en el Sínodo. ¿Cree usted que será posible la participación y votación por parte de las mujeres en la asamblea sinodal?
Cardenal Aguiar: Igual que lo estamos pidiendo para todas las iglesias particulares, de que sean sinodales, ahí tiene que comenzar. Si nos abrimos en las iglesias particulares, es decir, en una iglesia particular se puede crear algún sínodo diocesano. Pero hay que hacerlo en camino sinodal, de todos los días, cotidiano. Es lo que está pidiendo el Sínodo en su documento final. Si eso se hace, va a ser también posible que se piense que no solamente a nivel de la Iglesia universal haya Sínodo de obispos, sino se va a ir viendo los niveles, como el Papa lo señaló: el primer nivel de la sinodalidad de la Iglesia en particular. Tenemos que empezar de ahí, y ya Dios irá abriendo los pasos y caminos de cómo pasar al segundo nivel, que son las provincias eclesiásticas que forman las diócesis en torno a un arzobispo en nombre del Papa. El arzobispo actúa para las diócesis sufragáneas, y a la Conferencia Episcopal, y después a los niveles del gobierno de la Iglesia.
Pero mi punto de vista es que no debemos, porque sino nada más que las “clericalizamos”, y precisamente tenemos que invertir el orden, tiene que empezar desde la vida. De las iglesias particulares.
ZENIT: México es el tercer paso más transitado por los migrantes del mundo, y el primero de América. Muchos católicos apoyan la política de migración de Trump, ¿cuál debe ser la voz de los obispos y de los sacerdotes con respecto a este tema?
Cardenal Aguiar: El migrante, como ha insistido el Papa Francisco, es nuestra condición natural. Migrar. Porque vamos de paso a la transcendencia. Migrar entonces es parte del ser humano y tenemos, por eso, que abrir siempre nuestras puertas y acoger, recibir, acompañar. Los problemas migratorios lamentablemente se incrementan… Por ejemplo, nadie está preparado y te puedes ir por trabajo a un país, si eres de América a Australia, si eres de Europa, a América, si eres de África, a Japón. Y viceversa. Si estás preparado, y estás en posibilidad de conseguir un trabajo, nadie te pone un pero. La Ciudad de México está creciendo enormemente en su presencia, de extranjeros en la Ciudad de México, de todos los países. Y nadie dice: aquí llegaron todos estos migrantes, que están haciendo acá. ¿Cuál es la diferencia con el que llega que está buscando emigrar por sobrevivencia? Por la búsqueda de un futuro mejor. Que no está educado. Que no ha recibido ese desarrollo humano. ¿Entonces dónde está la causa de la migración? En la desigualdad social. Comienza todo en la carencia de educación. La Iglesia tenemos que hacer muchísimo.
ZENIT: El Papa ha dicho que los destinatarios del documento son ustedes mismos, los participantes en el Sínodo. ¿Cómo va a trasladar a la Iglesia de México estas propuestas?
Cardenal Aguiar: Yo creo que es una responsabilidad que tenemos que motivar los que hemos venido. De hecho, el Papa así nos lo dijo al final: “Ustedes son los primeros destinatarios, y ustedes son los misioneros para llevar a sus propias Conferencias”. De México vinimos 5, y yo espero que lo podamos trasmitir. De hecho habitualmente siempre el Episcopado mexicano tiene la costumbre que después de una Asamblea sinodal, en la siguiente episcopal se le de un espacio para que hablemos los que participamos, pero yo creo que se tienen que abrir a más de una información. Hay que promocionar.
Va a costar trabajo, porque es un cambio fuerte. Decir que queremos ser Iglesias sinodales es un cambio fuerte de la forma que hemos venido haciendo: de una forma más piramidal, de más autoridad, distinguir a las partes de quien decide y quien no, quien hace la cuestión, a una Iglesia donde todos sean tenidos en cuenta, a escucharlos, se hacen consensos y se presenta al obispo… etc.
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