Cultura Bíblica


Para este duodécimo domingo de tiempo ordinario nos ocuparemos de reflexionar sobre el modo en que Jesús educó a sus discípulos hasta llevarlos a definirse con respecto a Él. También comentaremos los diversos modos en que el pueblo pensaba que sería el Mesías, distintos y contrastantes con el proyecto del Señor.

 Los evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas, conocidos en su conjunto como evangelios sinópticos nos presentan el episodio de la confesión de Pedro al concluir la etapa de ministerio de Jesús en Galilea. Este episodio pudo haber acontecido después de uno o dos años de iniciado su ministerio. Durante los primeros tiempos de relación entre el Señor y sus discípulos observamos que éstos tomaban a Jesús como un maestro, pues él fijaba el itinerario de pueblos que visitaban. Jesús realizaba curaciones milagrosas, liberaciones demoniacas, etc… y ellos eran testigos y oyentes.

Después de un tiempo Jesús llevaba a las personas a lugares solitarios, porque eran muchos los que le seguían y escogió a doce para que estuvieran un poco más cerca. A estos los envió, en alguna ocasión, para que fueran delante de Él, haciendo también signos poderosos para acreditar la predicación. Pero hasta entonces nunca se detuvo a preguntarles qué pensaban de Él. Específicamente dentro del Evangelio de San Lucas esta pregunta: “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” marca la conclusión de la etapa de ministerio en Galilea y el inicio de subida a Jerusalén. Nos llama la atención que Jesús no puso como condición inicial para seguirlo que lo tuvieran por el Mesías, simplemente dejó correr la experiencia humana de amistad entre él y sus discípulos y esta experiencia se definió hasta varios años después. A partir de la profesión de fe de Pedro, los discípulos, al menos de forma secreta, estarán ciertos de ser seguidores del Mesías. Pero esta toma de postura de los doce no resuelve totalmente el problema del camino que se abría ante ellos, porque en el pueblo de Israel contemporáneo al Señor había al menos dos posturas mesiánicas dominantes. La postura mesiánica política, la cual esperaba el advenimiento de un descendiente de David, un mesías militar asistido muy probablemente por huestes angélicas, que derrotarían a los romanos y a los malos gobernantes judíos para instaurar el definitivo reino de Dios con sede en Jerusalén.

Esta perspectiva mesiánica fue aprovechada por muchos impostores que arrastraron tras de sí a hombres desesperados e ingenuos que murieron en no menos de cinco revueltas durante el siglo primero y segundo de nuestra era. La segunda expectativa mesiánica era de tipo religioso sacerdotal. Si no se negaba que podría venir un mesías descendiente de David, también se afirmaba, basados en las profecías del profeta Zacarías, el advenimiento de un segundo mesías, el de Aarón, el segundo olivo. El cual representaría verdaderamente el inicio de la era definitiva. Jesús propuso una vertiente que sí estaba presente en los libros proféticos del Antiguo Testamento, el mesianismo del siervo doliente, de aquel que muriendo habría de dar vida  todo el mundo.
Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger]

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DisablePlease Enable Javascript To See All Widget