Sin que todavía se conozca cómo quedará el proyecto de ley de protección de los derechos del concebido y de la mujer embarazada, se desarrolla el debate en el marco de una batalla electoral que juega con la vida humana como arma ideológica. El presidente del Gobierno revelaba en el Congreso que su proyecto, en sustancia, es una vuelta a la ley de supuestos aprobada en 1985, ajustada a la doctrina del Tribunal Constitucional sobre la protección del “nasciturus” como bien jurídico. Cabe recordar que esa ley se convirtió en un coladero por la falta de rigor a la hora de ponerla en práctica. Parece que eso es lo que se pretende corregir ahora, ante la radical oposición de la izquierda heredera del zapaterismo, que ha convertido el aborto en una bandera de libertad de la mujer contrapuesta al derecho a la vida del no nacido, cosa que, no por repetido es menos cierto, condena a muerte al más indefenso e inocente.
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