(Portaluz/InfoCatólica) No necesitamos preguntar a psicólogos y psiquiatras, basta escuchar a conocidos y amigos, para saber que son muchas las niñas y chicos que hoy se exponen a la muerte por padecer Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) como anorexia y bulimia.
Según cifras de la OMS la Anorexia Nervosa es padecida en el mundo por un 0,7% de personas jóvenes menores de 20 años; la Bulimia Nervosa por el 2% de la población mundial entre los 13 a los 18 años y un 3,06% padecen otros trastornos alimentarios no especificados. Millones de jóvenes en riesgo de morir.
Estereotipos que matan
Tradicionalmente el modelo de belleza femenina era la ‘abundancia de curvas’ que en los años cincuenta proclamaba como ejemplo perfecto el 90-60-90 (con íconos como Sophia Loren, Gina Lollobrigida, Silvana Pampanini, Orfei, entre otras). Pero luego vino Twiggy, y desde ese momento el maniquí «enfermizo», todo piernas, huesuda y de grandes ojos, plana como una tabla, es la propuesta de los diseñadores para quienes en general importan poco las preferencias personales de las mujeres reales. Por lo tanto, la edad de quienes estaban en las pasarelas bajo la ropa, disminuyó incluso en algunos casos hasta los doce o trece años, etapa en que la delgadez es más esbelta.
Sin embargo hasta los años cincuenta, los hombres no elegían el facsímil de las actrices y modelos como esposa y para comprobarlo basta ver las fotos de boda en aquellos años. El clima cultural era diferente y se valoraba otras cualidades en una mujer, no las que imponía la moda. El matrimonio, indisoluble, era el bien deseado que establecía los cánones que importaban para elegir un hombre o una mujer.
Hoy se impone que una chica deba ser hermosa y seductora pues de lo contrario, se la separa de la vida social. De ahí la ansiedad que padecen los adolescentes, en un momento de sus vidas cuando la personalidad está aún en desarrollo y, por tanto, frágil. Ya no es sólo la alta costura, sino la moda de masas quien establece los cánones. Con la complicidad masculina, la lencería y toda la ropa es diseñada para quienes tienen el deseado cuerpo perfecto. También los hombres son atrapados por la rigidez de un estereotipo. Quién no lo posee tiene como variante compensar el conformismo con una personalidad propia, lo suficientemente fuerte como para navegar en la soledad del ir contra corriente.
La telaraña que atrapa adolescentes y jóvenes
La potencia del estereotipo es tal que en internet abundan los blog y otros sitios que enseñan a las adolescentes infinidad de ‘recetas’ para verse más delgadas, para soportar mejor el dolor del hambre, dietas extremas o directamente cómo dejar de comer y no ser sorprendidas por sus padres, trucos para engañar al médico y superar los análisis clínicos. En la última década estas páginas han experimentado un crecimiento de un 470% según declara en sus informes la empresa de seguridad informática Optenet de España.
Ana Luiza Rotta es directora de proyectos de Protégeles , una asociación sin ánimo de lucro que desde 2004 lucha contra este flagelo y otros Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Al respecto desde el portal de su organización señala que «lo primero y lo más importante es la comunicación. Los padres deben interesarse por saber que hacen sus hijos en Internet. Del mismo modo que conocemos a sus amigos y nos preocupamos para que no vaya por ahí con desconocidos, tenemos que conocer y preocuparnos de las «amistades» virtuales. Es fundamental que sepamos qué hacen cuando navegan…».
Un 15% de las jóvenes y adolescentes que se han dirigido a Protégeles en busca de ayuda debido a su TCA, informa la organización, «habían protagonizado anteriormente un intento real de suicidio».
«La presión que tanto jóvenes como adultos sentimos por estar guapos, por tener un buen cuerpo, por parecernos a los modelos de las revistas, los actores de las series de televisión, de los anuncios publicitarios, de las películas, las celebrities, o las «it girls» del momento; hacen que inconscientemente nos auto exijamos ese modelo corporal, y lo relacionemos con la felicidad, el éxito y el triunfo personal y profesional.
El fondo espiritual
«Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien (…) llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar» … «gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza»
Las afirmaciones anteriores son proclamadas en los N°s 357 y 365 del Catecismo de la Iglesia Católica como realidades de fe que refieren a la dignidad superior del ser humano. ¿Por qué entonces esta poderosa realidad del alma se afecta al punto de enfermar la persona padeciendo Trastornos de la Conducta Alimenticia (TCA)?
Papa Francisco denunciando la actual «cultura del descarte» y sus múltiples idolatrías (como la del cuerpo y otros errados modelos del ser) que niegan la verdad de Dios, identifica una causa plausible. También en su reiterada denuncia de los variados ‘engaños’ que orquesta el «Padre de la mentira».
Cuando en la familia existe fragilidad en la protección, contención, planteamiento de normas y diálogo con los hijos dicen los psicoterapeutas; si la vida de oración y sacramental no hace parte cotidiana del ser familia, complementa la iglesia, el alma -donde reside la esencia espiritual que puede evitar o diluir también los Trastornos de la Conducta Alimentaria- queda expuesta. Adolescentes y jóvenes son entonces presa de erráticos modelos de mentiras que les enferman. Miedo a ser, a que me vean como soy, a no ser perfecta-o, a cometer errores o no ser lo que los demás esperan que sea potencian la aparición de los TCA, auténtica enfermedad del alma. La consecuencia fatal es que el 15% de quienes padecen los TCA se suicida (cruce estadístico de organismos de salud públicos y privados consultados por Portaluz).
«Si en su familia usted o alguno de sus miembros está viviendo esto, lo mejor es revisar en qué están fallando las relaciones y pensar seriamente en enfocar de nuevo nuestras vidas de cara a Dios, quien es, a fin de cuentas, el gran sanador de cuerpos y almas», afirma en artículo sobre la materia la doctora Sandra F. Sthormes.
El caso Nora
Nora (reserva de apellido) una joven de Viena quien al ingresar en la Comunidad del Cenáculo comenzó a sanar las heridas de su alma para liberarse también de la anorexia, da crédito a la afirmación de la doctora Sthormes…
«Al comenzar mi adolescencia sentía un profundo vacío dentro de mí que se manifestaba en la anorexia»(…) «En poco tiempo me aislé de todo y de todos, no quería que me molesten, vivía en mi mundo, me pesaba ser prisionera de mi propio cuerpo. Me trataba a mí misma con dureza, pero en la relación con los demás me sentía frágil e insegura, pensaba que no era inteligente, bella o fuerte como mis coetáneos» (…)«En poco tiempo, la forma de vida de la Comunidad, el quererse bien, encontrarse, estar atento a las necesidades del otro, me tocaron mucho y quería ser parte de esta familia»(…) «Encontré la fe. Antes no la conocía porque era atea. En el pasado, para mí creer en Dios significaba ser débil, en cambio, descubrí que la fe es la fuerza que te permite decirte que eres débil y que necesitas ayuda» (…)«Me ayudó ver cuánta esperanza tenían las chicas gracias a la oración y me fascinaba el hecho de no poder entender solo con mi mente la grandeza de Dios. Me hizo mucho bien sentirme pequeña delante de Él y necesitada de su Misericordia. Cuando caía en mi negatividad, en la vergüenza de verme imperfecta, aprendí a buscarlo y a decirme la verdad delante de Él».
Nuevos modelos que generan angustia a la mujer
En paralelo a la publicidad el feminismo impone hoy a la mujer ser emprendedora, profesional, liberal, ganadora en todo ámbito y líder. Las adolescentes que carezcan de la personalidad para satisfacer estos modelos extremos de la moda de masas publicitaria y el feminismo ideológico, son víctimas de tal frustración que los desórdenes anoréxicos, bulímicos, de autoagresiones o violencia con el otro, aparecen como vía de escape.
Poco coherentes parecen campañas como la que en 2011 desplegó revista Vogue de Italia estigmatizando a las modelos que eran sólo piel y huesos. Ello pues el mismo mes no pudo privarse de utilizar fotos de mujeres hermosas y delgadas al punto de la anorexia, cuyas piernas, senos y rostro cautivador eran perfectos y proporcionados.
El fotógrafo israelí Adi Barkan, agente de top models, fue capaz de empujar a su gobierno para que aprobase una ley que prohíbe a las mujeres con menos de una tasa predeterminada de masa corporal ingresar o participar en campañas publicitarias. Pero el problema no se resuelve con golpes de decreto parlamentario. En Zenit.org (1 de junio de 2014) se menciona el libro ‘Una vida plena de curvas’ de la ex modelo Elisa d´Ospina que invita a que nos aceptemos tal como somos. No es fácil, señala, «pero hoy nadie debería ser una isla, en particular porque la presión es realmente insoportable para muchos».
Al fin, los resultados los exigen quienes controlan la caja de Pandora de la «cultura del descarte» y poco parece importarles la vida de las personas.
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