(RV/InfoCatólica) «Si examinamos los diferentes problemas pastorales uno a la vez, arriesgamos con dar una respuesta fragmentada – explica el teólogo español- es el Evangelio aquel que da unidad y esperanza y sana verdaderamente las heridas».
Sobre la necesidad de encontrar nuevos lenguajes para comunicar el Evangelio de la familia, remarcado por el Instrumentum laboris presentado este jueves, p. Pérez Soba está convencido de que los nuevos lenguajes ya existan, pero que ahora es necesario hacerlos conocer.
Existe ya la gran catequesis de San Juan Pablo II, «el Papa de la Familia» como lo rebautizó Papa Francisco el día de su canonización. El de Wojtyla es un lenguaje muy nuevo y si el Sínodo contribuirá a hacerlo conocer más será «una gran riqueza para toda la Iglesia», afirma.
Acerca de la dificultad que las personas tienen hoy de reconocer el concepto de «ley natural» unido a la familia, explica que «ya al oír hablar de ‘ley’ la gente tiene una reacción equivocada, pero el concepto de ley en el antiguo testamento tiene un valor mucho más positivo de cuanto se piensa, porque encarna la sabiduría de Dios que es comunicada al hombre.
Si la ley natural se entiende como un comando arbitrario ordenado al hombre no se capta el valor. Esto deriva de una falta de catequesis básica sobre la ley natural en el interior de la revelación. Es un concepto que no implica un mandato, sino la profunda unidad de destino entre los hombres».
A propósito de la paradoja entre el deseo fuerte de matrimonio y familia presente en la sociedad y la crisis de estas instituciones - en relieve en el instrumento de trabajo – p. Pérez Soba está convencido de que es un dato conocido desde hace mucho tiempo.
«Los estudios sociológicos demuestran que la familia es la institución más apreciada. Sin embargo, existe una brecha real entre una cultura que distorsiona la comprensión de la familia y el deseo de la familia presente en las personas. Y esto para la Iglesia es un gran desafío pastoral y una gran oportunidad de la cual debe ser consciente, perdiendo el miedo a hablar de familia».
«Es necesario seguir las enseñanzas de San Juan Pablo II - continúa el teólogo español - quien nos invitó a hablar a los corazones de la gente, porque es allí donde está el deseo de familia y no en las leyes que muchos quieren cambiar. La Iglesia debe hacer que las personas puedan vivir más plenamente lo que quieren. Es decir, la familia».
Una de las situaciones pastorales difíciles resaltadas en el Instrumentum es el de la convivencia o uniones de hecho que corresponden a una concepción privada del amor. «La Iglesia debe hacer comprender que así el amor se convierte en un amor que no se expande a toda la vida. Y se hace así sólo por miedo, porque la gente en realidad no desea esto. El Evangelio nos insta a creer de verdad en el amor y a no considerarlo una cosa más, entre muchas otras. El Evangelio cura el corazón del hombre que es capaz de experimentar la belleza del amor».
Sobre las situaciones de irregularidad canónica, separaciones, divorcios y el pedido de algunos divorciados vueltos a casar de acceder a los sacramentos, todos elementos presentes en el Instrumentum, el teólogo español señala que siempre se debe resaltar la realidad doctrinal y no pensar, por lo tanto, que desde el punto de vista pastoral, se puede hacer cualquier cosa. Está en juego la realidad del sacramento del matrimonio que la Iglesia ha recibido de Cristo. Y la fidelidad a Cristo debe ser la luz fundamental para llegar a las personas que necesitan la misericordia de la verdad del amor. Es necesario sanar algunas heridas y no, exclusivamente, afirmar que algunas heridas no tienen importancia».
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