Gracias, Señor, por tu victoria: ¡Es también la nuestra! Has ascendido a lo más alto. A nosotros también nos gusta subir, nos atrae el triunfo y el éxito... Pero, ¡es tan diferente de lo que tú nos enseñas! Cuando nosotros ganamos, otros pierden. Cuando "ganas" tú, ¡ganamos todos! Lo nuestro suele ser un éxito frente a otros hombres. Lo tuyo, Señor, es una victoria para todos los hombres. Gracias, Señor, porque en tu cuerpo glorificado has llevado la pequeñez de nuestra humanidad a lo más alto, eso sí: pasando antes por lo más bajo, por el camino de la cruz, de la entrega humilde por amor. Nos "duele" tu distancia, aunque sabemos que es necesaria y que no es definitiva, sino otra forma de presencia: ¡Tiempo de espera! Ahora nos invitas a descubrir tu rostro oculto en tantos rostros y vidas. Y a aceptar los ratos en que haya un poco más de sombra o en que ese rostro parece ausente. ¡Mantén encendido en nosotros el deseo de tu retorno glorioso y envíanos tu Espíritu Santo!
A ti, Rey glorioso y eterno, nuestra alabanza.
June 01, 2014 at 05:33AM
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