El caso de Gammy, el bebé con síndrome de Down nacido de un vientre de alquiler en Tailandia y que habría sido abandonado por la pareja australiana que lo concibió, pone en evidencia el lado más polémico del negocio de la maternidad subrogada y un falso “derecho al hijo perfecto”.
Hace unos días, la joven Pattaramon Chanbua denunció que dio a luz a mellizos y que la pareja que la contrató a través de una agencia de vientres de alquiler se llevó a Australia solo a la niña que nació sin síndrome de Down. La noticia dio la vuelta al mundo y tuvo un dramático giro luego que se supiera que el padre biológico estuvo en prisión por abusar de tres menores en la década de los ‘90s.
La pareja, que pagó 13 mil dólares a Chanbua, una madre soltera de 21 años con dos hijos pequeños, negó las acusaciones y afirma que la agencia que organizó todo no le informó de la existencia de Gammy cuando los niños nacieron en diciembre del año pasado.
Chanbua niega la afirmación de los esposos y ahora quiere la custodia de la niña, luego que el diario The Australian denunciara que el padre biológico tiene un historial de abuso infantil.
Sobre este caso, en declaraciones a Radio Vaticano, el profesor de bioética de la Universidad de Bari y Presidente de la Asociación de Médicos Católicos Italianos, Filipo Maria Boscia, recordó que “cuando la técnica deja creer que todo es posible, el individuo interpreta ‘que puede todo’ y su deseo se convierte entonces en un derecho, y el mismo individuo intenta hacer valer siempre con la fuerza tal derecho ante todas las autoridades sociales”.
“En este momento estamos en una histeria del progreso. El derecho al hijo se ha convertido en ‘derecho al hijo perfecto’. Entonces, al final de cuentas, el efecto principal de esto es que cuando la ciencia y la técnica se aplican para procrear se deja un espacio abierto a una serie de libertades y nuevos dominios de la naturaleza”, afirma.
El especialista explica que “es importante que en todo el mundo se tome conciencia de que, cuando se está en la fase de la procreación, ya no son solo una mujer y un hombre quienes tienen el dominio y las decisiones de todo, sino que hay un tercer componente importante: el embrión”.
El médico dijo además que “el vientre de alquiler es ya prácticamente un ataque al embrión y la dignidad humana. Mina la paternidad que se hace asimétrica, mina la genética que, en sustancia, se hace responsable de la transmisión de las enfermedades. Compromete la relación educacional y relacional, puede crear crisis de identidad, pero sobre todo crea situaciones de abandono de la vida que se considera ‘no digna’ de ser vivida”.
Tras señalar que los católicos “no podemos ceder” ante estas situaciones y debemos defender la vida ante la “cultura del descarte” a la que alude con frecuencia el Papa Francisco, el doctor Boscia alerta que en diversos lugares del mundo los niños con síndrome de down son eliminados antes de nacer “con una inyección endouterina y ese pequeño es descartado antes de ver la luz”.
Sobre el caso de Gammy, el experto señala que espera que sean muchas las parejas en el mundo que defiendan a sus hijos con síndrome de down porque “este niño es el testimonio creíble y viviente de que no es un ‘fracaso’ lo que estas técnicas han dado como resultado” en este caso.
Mientras tanto, un diario tailandés indica que en una campaña de solidaridad por Gammy, que también nació con un problema en el corazón, se ha recaudado más de 120 mil dólares para ayudarlo.
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