Los siete pasos para ser un discípulo de Cristo hoy


Por el Hno. Asno, OFS

Todos estamos llamados a ser discípulos de Cristo. Pero es un hecho que en ese caminar se deben seguir pasos específicos. A veces, nos entra un ánimo muy fuerte que al final se apaga, semejante al de la semilla arrojada por el sembrador en terreno pedregoso.

Otras más, nos sentimos inflamados de salir a anunciar el Evangelio, pero en desorden, brincándonos al párroco, a los sacerdotes y obispos, olvidando que quien tiene el depósito de la fe es la Iglesia, cayendo en la soberbia y la desobediencia, y sintiéndonos la autoridad andando en temas de Dios o justificando nuestras "enseñanzas", sintiéndonos "mesías" y buscando, de manera consciente o inconsciente, ser los centros de atención, olvidándonos que el centro de todo es Cristo.

La otra, queremos un Cristo, pero sin Iglesia, olvidándonos que Él la fundó para llevarnos de la mano, guiada por el Espíritu Santo.

Es por eso, que compartimos a ustedes estos siete pasos fundamentales:

Anexo 3

¿Cómo ser discípulo de Cristo hoy?

El trabajo en comunidades y el trabajo individual volverán una y otra vez sobre esta pregunta. El encuentro con Jesucristo conduce a la conversión de quien ha sido llamado como discípulo, y también a la acción evangelizadora. Para responder a esta sed de encuentro con el Señor, y ala voluntad de vivir con coherencia en medio del mundo, se ha elaborado este simple itinerario,

Cada discípulo, en su estado de vida y en su profesión, en el ambiente social en que vive y convive con otras personas, en el medio que trabaja, precisa:

1. Hace una experiencia de Jesucristo, mediante un encuentro fuerte con Él, y renovar muchas veces este encuentro durante toda la vida.

2. En el encuentro con Cristo, escuchar atentamente su Palabra, contemplarlo con admiración y dejarse invadir por Él (por su Palabra, su Amor y sus actividades).

3. De esta escucha nace y se fortalece siempre de nuevo la fe, esto es, la adhesión profunda y personal a Cristo, a tal punto que el discípulo sea capaz de invertir todo lo suyo en Cristo.

4. El discípulo debe integrarse en la comunidad de los demás discípulos de Jesús, (la Iglesia), a través de la iniciación cristiana y allí vivir en comunión como hermano y convivir con Cristo (oración, lectio divina, celebración de los sacramentos, principalmente la Eucaristía, solidaridad con los pobres, etc), y acoger las enseñanzas de los sucesores de los apóstoles.

5. De ahí nace el seguimiento de Jesucristo. El seguimiento es la moral cristiana. El discípulo, porque admira y ama profundamente a su Maestro y Señor, porque lo sigue de cerca con fidelidad y esperanza, quiere recorrer los caminos del Evangelio; amar como Cristo amó, vivir como Cristo vivió y cumplir cuanto Él mandó.

6. El discípulo se torna misionero. Quiere llevar a otros el encuentro con Cristo. Quiere que Cristo sea para otros la Buena Nueva de su vida, así como lo es para él, de modo que también otros tengan la experiencia vivificadora y la profunda fe que se convirtió para él en el sentido de su vida.

7. Como testigo del amor a Cristo, el discípulo trabaja en la sociedad para que ella acoja a todos conforme a su dignidad de hijos de Dios y los aliente a hacer fecundos los dones que de Él recibió.

Tomado de:
Hacia la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe
Documento de Participación. Pags. 126 y 127.
Conferencia del Episcopado Mexicano
México, D.F. 2005

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