(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco realizó una nueva audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, en un día gris y fresco a pesar de que Roma se encuentre en plena primavera, lo que contrastaba con la música alegre de una banda de música animaba la plaza. El Papa entró llevado por el jeep abierto que recorrió los corredores de la plaza saludando a los presentes, en particular a los niños y enfermos, para lo cual hizo en alguna oportunidad detener el vehículo.
Tras la lectura del Evangelio, sobre el fariseo que se consideraba justo y agradecía a Dios porque no era como los otros, y del publicano que en cambio no osaba ni siquiera levantar los ojos al cielo, el Pontífice profundizó la lectura sacra. E invitó a la plaza en dos oportunidades a decir tres veces como el publicano la hermosa oración “Oh Dios, ten piedad de mi pecador…”.
El Fariseo no pedía nada porque ya tenía todo, en cambio el publicano mendigaba la misericordia de Dios, y este fue justificado. Añadió que “el fariseo es el ícono del corrupto que finge rezar”, y así en la vida quien se cree justo y desprecia a los otros es un corrupto un soberbio. Además la oración del soberbio no abre las puertas hacia a Dios, mientras que humildad del miserable las abre de par en par.
En sus palabras en español dirigido a los hispanohablantes el Papa dijo:
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