Misionero narra desde el anonimato las dificultades para evangelizar Myanmar

MADRID, 28 Nov. 17 (ACI).- Pese a que oficialmente en Myanmar existe libertad de culto, la evangelización en este país mayoritariamente budista pasa por una serie de dificultades, tal como narró desde el anonimato un misionero español, que debe usar una visa de negocios porque el religioso es “solo para aquellas personas que vienen a tener una experiencia en un templo budista”.

En una entrevista publicada por las Obras Misionales Pontificias, el misionero español explicó que se esperan unas 300 mil personas en los encuentros con el Papa, de los 700 mil católicos que hay en el país.

“Como la gente es pobre, y es muy costoso viajar a la capital, la Iglesia está haciendo muchísimo esfuerzo para que los fieles puedan asistir a los actos”, explica y precisa que el Cardenal Charles Bo escribió a todas las parroquias, diócesis, congregaciones y obispos, pidiéndoles que faciliten a los fieles que vayan a los actos.

“Todos hemos colaborado económicamente para poder apoyar los traslados” e incluso “monjes budistas han ofrecido sus instalaciones para acoger a los peregrinos, informó.

La fe católica en Myanmar

Este misionero español prefiere mantenerse en el anonimato para no poner en peligro su misión en el país, recordó que Myanmar es mayoritariamente budista, 87,9% de la población; y que “oficialmente” hay otras religiones minoritarias, entre las que se encuentran los cristianos y los católicos que son unos 700 mil.

Sin embargo, precisa que a pesar de que se ven celebraciones de culto en las calles, en la realidad, las oportunidades que se tienen en la sociedad al no ser budista son muy distintas. “Si eres budista, tienes más oportunidades de acceder a un cargo público, o puedes conseguir
cargos mejores”.

El misionero, que lleva siete años en el país, explica que “no se permite la presencia de misioneros extranjeros. Tienen miedo a que se haga proselitismo. De hecho, los hermanos (de comunidad) nativos, aunque son reconocidos como tal, oficialmente no pueden evangelizar. Aquí casi no hay conversiones, el crecimiento del cristianismo se da sobre todo por la
natalidad”.

Por eso explica que él no se encuentra censado como religioso, sino que tiene un visado de negocios. “Sí existe un visado religioso, pero solo para aquellas personas que vienen a tener una experiencia en un templo budista”, indicó.

Sin embargo, aseguró que “esta situación ha mejorado. Antes de diciembre de 2016 teníamos que salir del país cada 70 días. Actualmente dan permisos para estancias más largas. Nosotros no le decimos a nadie que somos misioneros. Cuando la gente te saluda y te pregunta, nosotros decimos que somos profesores, traductores. Por eso no puedo identificarme en esta entrevista”.

No precisó el número exacto de misioneros que hay en el país, pero sí aseguró que españoles son cinco. “Desde 2010, nos reunimos en el grupo misionero ORLA (Overseas Religious and Lay Associates). Desde entonces, nos encontramos para compartir dificultades, experiencias y animarnos mutuamente a través de la reflexión y formación sobre todo en inculturación.
Solemos ser unas nueve congregaciones diferentes, pero hay más”, precisa.

El misionero recuerda que en el año 2011 tuvo lugar un encuentro sobre Nueva Evangelización al que acudieron religiosos y sacerdotes.
“Se decía y se apuntaba que la Iglesia en Myanmar ha sido pasiva en la evangelización, porque oficialmente ha sido imposible. Esto ha frenado la creatividad. Se necesita salir más, a las zonas rurales, donde quizá es un poco más fácil entrar”, asegura.

Trabajo con los más necesitados

Según explicó, pocos días después de su llegada el Obispo de Rangun, Mons. Charles Bo, les pidió que vivieran en un barrio pobre con mayoría de musulmanes e hindúes de raza india. “Empezamos a visitar las familias pobres, a la gente mayor que vive sola. Rezábamos con ellos y les llevábamos la comunión. Además, tuvimos durante un año una casa para acoger a
jóvenes que venían a estudiar a la capital gracias a las becas de los jesuitas”, recuerda.

Además precisa que algunos de esos jóvenes querían seguir su carisma, por lo que tuvieron que comenzar su formación de manera intensiva.

“Es muy importante que cuando se abre una casa nueva, y surgen vocaciones nativas, se les forme bien, para que sean ellas las que puedan trabajar con más libertad de movimiento y conocimiento de su propia sociedad”, insiste.

Actualmente se dedican a dar clases de inglés a los niños del barrio, que son todos budistas. “Son familias normales, con pocos recursos. Queremos ofrecerles la posibilidad de que sus hijos aprendan inglés y coreano porque todos sueñan con ir a Corea del Sur“.

El misionero asegura que la Iglesia católica es un “testimonio de paz, unión y encuentro” dentro de la sociedad de Myanmar y subraya la iniciativa que tienen en la ciudad de Mandalay, cuna del budismo, en donde hay un grupo de ecumenismo que une a musulmanes, budistas, protestantes, católicos.

Además llevan a cabo mucho trabajo social, casi todas las comunidades religiosas católicas y también budistas tienen casas de acogida para que los niños puedan estudiar y éstos visitan a sus padres una vez al año.

“En 1962 el gobierno expropió a la Iglesia de todas sus escuelas y centros, y dejó de existir una educación que no fuera la estatal. Pero ahora, parece ser que acaba de dar vía libre a la posibilidad de fundar parvularios. Sé que algunas congregaciones se están preparando para abrir parvularios oficiales en diferentes zonas del país”, asegura.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 28 de noviembre de 2017
10:01:00 a.m.

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