Homilía del papa Francisco este lunes en Santa Marta
Roma, 17 de junio de 2013 (Zenit.org) Redacción | 44 hitos
Para los cristianos, Jesús es el "todo" y de aquí deriva su magnanimidad. Es lo que ha subrayado el papa Francisco en la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El papa reiteró que la justicia que trae Jesús es superior a la de los escribas, al ojo por ojo, diente por diente.
En la misa, concelebrada por el cardenal Attilio Nicora, estuvieron presentes, entre otros, los empleados de la Autoridad de Información Financiera y un grupo de empleados de los museos del Vaticano, acompañado por el director administrativo, padre Paolo Nicolini. Según informa Radio Vaticana, también estuvo presente el cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle.
Dar la otra mejilla
"Al que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra". El papa Francisco centró su homilía sobre las palabras inquietantes de Jesús dirigidas a sus discípulos. Aquello de la bofetada, observó el santo padre, "se ha convertido en un clásico de los cristianos para reírse". En la vida, dijo, la "lógica normal" nos enseña que "hay que luchar, tenemos que defender nuestro espacio", y si nos dan una bofetada "nosotros daremos dos, así nos defendemos". Por otra parte, prosiguió, cuando aconsejo a los padres a reprender a sus propios hijos siempre digo: "No en la mejilla", porque "la mejilla es la dignidad". Jesús, sin embargo –continuó--, después de la bofetada en la mejilla va más allá y habla también de dar el manto, despojarnos de todo.
"La justicia que Él trae, es otra justicia totalmente diferente del ojo por ojo, diente por diente. Es otra justicia", advirtió Francisco. Y esto, lo podemos entender cuando san Pablo habla de los cristianos como "gente que no tiene nada" y "sin embargo lo tiene todo". Aquí, pues, está la seguridad cristiana, y es en este "todo" que está Jesús. "El ‘todo’ –añadió, es Jesucristo. Las otras cosas son ‘nada’ para el cristiano". En cambio, advirtió el papa, “para el espíritu del mundo, el ‘todo’ son las cosas: las riquezas, la vanidad", "tener puestos arriba" y "la ‘nada’ es Jesús". Por lo tanto, si un cristiano puede caminar cien kilometros cuando le piden avanzar solo diez, "es porque para él esto es 'nada'", y, con paz, "puede dar la capa cuando se le pide la túnica". Esto es, entonces, el "secreto de la magnanimidad cristiana, que siempre va con la mansedumbre", es el "todo", es Jesucristo:
"Un cristiano es una persona que extiende su corazón, con esta magnanimidad, porque tiene el "todo", que es Jesucristo. Las otras cosas son la ‘nada’. Son buenos, sirven, pero en el momento de la confrontación siempre elige el ‘todo’, con esa dulzura, esa mansedumbre cristiana, que es el signo de los discípulos de Jesús: mansedumbre y magnanimidad. Y vivir así no es tan fácil, porque realmente te dan de bofetadas, ¿no?, ¡Te les dan! Y en ambas mejillas. Sin embargo, el cristiano es humilde, el cristiano es magnánimo: ensancha su corazón. Pero cuando nos encontramos con estos cristianos con el corazón encogido, que no siguen... esto no es el cristianismo: es el egoísmo disfrazado de cristianismo".
Optar por Jesús
"El verdadero cristiano", repitió, "sabe cómo resolver esta oposición bipolar, esta tensión entre el ‘todo’ y la ‘nada’, como Jesús nos lo había recomendado: ‘Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo otro viene, después":
"El Reino de Dios es el ‘todo’, lo otro es secundario, no es lo principal. Y todos los errores de los cristianos, todos los errores de la Iglesia, todos nuestros errores han nacido aquí, cuando decimos a la ‘nada’ que es el ‘todo’ y al ‘todo’ como que pareciera que no cuenta... Seguir a Jesús no es fácil, no es fácil. Pero tampoco es difícil, porque en el camino del amor el Señor hace las cosas de una manera que podamos avanzar; el mismo Señor nos ensancha el corazón ".
Y esta es la oración que nosotros debemos hacer, añadió, "ante estas propuestas de la bofetada, del manto, de los cien kilómetros". Debemos orar al Señor, para que amplíe "nuestro corazón", para que "seamos magnánimos, humildes", y no luchemos "por las cosas pequeñas, por la ‘nada’ de todos los días".
"Cuando uno hace una opción por la ‘nada’, de aquella opción nacen los enfrentamientos en una familia, en la amistad, con los amigos, en la sociedad, también; ¡los enfrentamientos que acaban con la guerra por la ‘nada’! La ‘nada’ es la semilla de la guerra, siempre. Porque es la semilla del egoísmo. El ‘todo’ es lo grande, es Jesús. Pidamos al Señor que ensanche nuestro corazón, que nos haga humildes, mansos y magnánimos, para que tengamos el ‘todo’ en Él; y que nos libre de hacer problemas cotidianos en torno a la ‘nada’".
Traducido por José Antonio Varela V.
(17 de junio de 2013) © Innovative Media Inc.
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