No sin antes encomendar a la protección de la Virgen María su viaje apostólico a Río de Janeiro, Brasil, y a los jóvenes que ahí le esperaban, el Papa Francisco emprendió el pasado lunes 22 de julio su primer viaje apostólico internacional, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.
Con su equipaje en mano, el Santo Padre abordó el avión de Alitalia, alrededor de las 8:53 a.m., hora local, y se sentó, como cualquier pasajero, junto a los periodistas acreditados. Desde la aeronave, escribió su primer tuit del viaje: “Llego a Río en unas horas y mi corazón está lleno de gozo porque dentro de poco estaré con ustedes para celebrar la XXVIII JMJ”.
Durante el vuelo, le mostró a los comunicadores su preocupación sobre tantos jóvenes que no tienen trabajo: “La juventud está en crisis –dijo– hemos llegado a acostumbrarnos a una cultura del desecho… tenemos que parar este hábito de expulsar las cosas. Necesitamos una cultura de la inclusión”.
El avión tocó suelo brasileño a las 15:43 p.m., hora local, y Francisco fue recibido por la presidenta Dilma Rousseff, con quien más tarde se encontraría en Palacio de Guanabara. En su trayecto del Aeropuerto a la Catedral Metropolitana, a bordo de un auto gris marca Fiat, miles de jóvenes aprovecharon un error de la comitiva para acercarse a saludarlo y tocarlo, impidiendo en tramos que el automóvil avanzara.
En sus primeras palabras en ese país, ya frente a la presidenta Rousseff, expresó el motivo de su visita: “No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo… He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes”.
Tras el emotivo primer día, que concluyó con la noticia de que la Policía Militar de Sao Paulo había detonado una bomba de fabricación casera localizada en los servicios del santuario nacional de Nuestra Señora de Aparecida, el Santo Padre descansó, no sin antes agradecer, a través de Twitter, la cálida acogida en tierra carioca.
Las actividades continuaron el miércoles 24 de julio. Pese al mal clima, el Papa viajó por aire a la ciudad de Aparecida, en cuyo santuario elevó una especial oración a la Virgen María para consagrar a todos los jóvenes participantes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), inaugurada un día antes con una Misa en la playa de Copacabana en Río de Janeiro, presidida por el arzobispo de Río, Orani João Tempesta.
En su homilía, el Papa recordó que Dios nunca abandona a sus hijos ante las dificultades. “Nunca perdamos la esperanza… El ‘dragón’, el mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios, y Dios es nuestra esperanza”.
Al cierre de esta edición el Papa llevaba a cabo una intensa jornada de trabajo. Luego de manifestar sus condolencias por las víctimas del accidente de tren en Santiago de Compostela (España), que ha cobrado la vida de al menos 80 personas, el Santo Padre recibió las llaves de la ciudad de manos del alcalde, y visitó una de las favelas más pobres y un hospital de rehabilitación de drogadictos, donde llamó a combatir la injusticia social y saciar el hambre más profunda, que es “el hambre de una felicidad que sólo Dios puede saciar”.
No te pierdas la próxima semana el número especial del semanario ‘Desde la fe’ sobre la Jornada Mundial de la Juventud 2013. Homilías, discursos, oraciones y todos los detalles de este importante encuentro entre el Papa y los jóvenes del mundo.
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