Durante cinco días hemos tenido que soportar en el barrio de Sans, la violencia de grupos anti sistema, en particular, grupos de extrema izquierda y anarquistas. Esos días las calles se han quedado desiertas por la noche. Desde mi balcón podía observar como estaban perfectamente organizados y como tendían emboscadas a la policía, todo ello en un ambiente jocoso, de fiesta y algarabia. Can Vies no es ningún centro social del barrio, es una casa perfectamente organizada y donde se ofrecían cursos para lucha guerrillera, se consumía todo tipo de droga, se confeccionaban bombas domésticas, y se acogía a otros anti sistemas venidos de fuera de Barcelona y de Cataluña. El Centro Social de Sans no representa a los vecinos de Sans. Es una entidad que desde hace más de 20 años promueve actividades de carácter marxista, de ideología de género y anarquismo.la mayoría de los vecinos de Sans no nos sentimos representados por esta entidad. Todos hemos visto los desperfectos que han causado esta jauría hambrienta de violencia. Pero quien tenía que defendernos de estos animales ha claudicado lastimosamente. El alcalde de Barcelona ha cedido al chantaje de una minoría violenta, sentando un pelígrosísimo precedente. La democracia se basa en la ley como expresión de la voluntad mayoritaria de una sociedad, y en estos días hemos asistido a la claudicación de esa misma democracia por el miedo y poca categoría política del alcalde de Barcelona. Es ahora la oligarquía de la violencia quien dicta el qué, cómo, cuándo y dónde del resto de la sociedad.
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