La economía española parece haber empezado a consolidar su mejora con un crecimiento del producto interior bruto (PIB) del 0,6% entre abril y junio, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE ). Este dato está una décima por encima del incremento anunciado por el Banco de España en su boletín económico.
Al mismo tiempo, el avance trimestral situaría el crecimiento interanual en el 1,2%, también una décima más que lo vaticinado por el Banco de España. En cualquier caso, se trata del mayor incremento trimestral del PIB desde que arrancó la crisis: para encontrar un aumento similar hay que retrotraerse seis años y medio, a los últimos meses de 2007, cuando el PIB avanzó al 0,7%.
Estos datos, evidentemente, son una buena noticia para la economía española. Tanto es así que, si se mantuviera esta subida del PIB en los próximos cuatro trimestres, el potencial de crecimiento anual sería del 2,4%.
Sin embargo, el crecimiento del PIB en España tiene un punto flaco: se trata de la caída de las exportaciones, que se han venido abajo por segundo mes consecutivo y, de continuar con esa tendencia, pondría en peligro la recuperación económica.
En ese sentido, el crecimiento de la economía española se está sustentando actualmente en el consumo interior, que se ha reforzado gracias al descenso del paro y la ligera reactivación del mercado laboral, pero que, como todo, aunque también es una noticia positiva, tiene un límite.
El sector exterior, un riesgo real
A pesar de haber sido el único sostén de la economía en España en los últimos cuatro años, el sector exterior lleva un tiempo dando señales de una fatiga que, históricamente, es un mal endémico de España.
Cuando existía la peseta como moneda oficial, esta cuestión se resolvía con la devaluación de la moneda, algo que tampoco suponía la mejor solución, porque aunque exportar era más barato las importaciones se disparaban.
Ahora, la realidad del comercio exterior ha dado un giro y en mayo las exportaciones de mercancías volvieron a retroceder en términos anuales, un 1,3%, como ya lo hicieran en abril (-3,7%). Así, el descenso anual de las ventas de mayo contrasta con un nuevo repunte de las importaciones, impulsadas por la venta de coches debida al plan de ayudas.
Como se puede ver en el gráfico que acompaña esta información, reproducido a partir de una información publicada por el diario El País el pasado 17 de julio, con datos del Ministerio de Economía y Competitividad, el comercio exterior en España casi siempre ha mostrado un déficit comercial producto de la diferencia entre importaciones y exportaciones.
Así ha sido, por ejemplo, desde 2008, en que se ve la gran diferencia entre ambas; una diferencia que se redujo levemente en los años posteriores hasta encontrar su momento más ‘dulce’ entre 2012 y 2013, para volver a incrementarse desde mediados del año pasado y continuar así en 2014.
De esta manera, el déficit comercial español ha crecido un 82% en los cinco primeros meses del año; unos datos que ponen en riesgo el superávit exterior que preveía el Gobierno de Mariano Rajoy.
Lo que dicen los expertos
El problema que se deriva de que el crecimiento del PIB haya dejado de ser consecuencia del comercio exterior y se base solo en el consumo interno es una realidad que también constatan los expertos en esta materia.
Así, hasta un total de ocho especialistas en economía y finanzas analizan el problema estructural exterior y concluyen, entre otras cuestiones, que “la crisis no ha corregido el desequilibrio exterior” y, “hacia el futuro, el escenario de la competitividad española no se presenta excesivamente halagüeño”.
De esta opinión son, respectivamente, Mónica Melle, profesora titular de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid, y José Luis Curbelo, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas de la Universidad Camilo José Cela, según publicaba el pasado 13 de julio el diario El País en el artículo “Problema estructural exterior”.
Melle ve preocupante el alza de los desequilibrios externos de la economía española que, a su juicio, condicionan seriamente la senda de la incipiente y frágil recuperación. La crisis “tan solo ha servido de excusa para llevar a cabo una tremenda devaluación salarial, que sólo se ha traducido en ganancias transitorias de competitividad”.
En cuanto a Curbelo, sostiene que la economía española adolece de un problema de competitividad estructural, donde las ganancias de competitividad de los últimos años no se basaron en exportaciones innovadoras.
Por su parte, Mauro Guillén, director del Lauder Institute en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, cree que la tendencia “no es preocupante a corto plazo, siempre y cuando continúen las llegadas de capital”. Y José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, asegura que “si la mejora de la coyuntura se ve acompañada de un desequilibrio al alza sería también un sinónimo de que la esperada sustitución de producción interna por importaciones también ha sido menor de lo esperado”.
Joaquín Maudos , catedrático de Fundamentos Económicos de la Universidad de Valencia, es categórico: “la reducción del superávit acumulado en los 12 últimos meses conseguido en la balanza por cuenta corriente muestra que la elasticidad renta de nuestras importaciones es elevada, y eso es preocupante si se afianza a medio plazo porque impedirá reducir nuestra elevada deuda externa neta”.
El catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School Santiago Carbó asegura que no puede negarse que ha habido mejoras en la competitividad “pero también es preciso reconocer que ganar competitividad requiere años de esfuerzo y en España, aún queda un importante esfuerzo pendiente de cambio y de reforma estructural para que la competitividad sea más significativa y tenga efectos de largo plazo”.
El envejecimiento de la población, factor clave
José García Solanes , catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, introduce en su análisis el factor clave del envejecimiento de la población. “El problema de desequilibrio exterior que ahora resurge en la economía española preocupa porque responde a factores estructurales relacionados con la falta de productividad y con un tamaño insuficiente del sector exportador”, problemas que a su juicio se agravan precisamente por ese envejecimiento de la población.
Para poder equilibrar las balanzas comercial y de cuenta corriente a medio plazo, este experto sugiere que el gobierno debe corregir el grave deterioro de la pirámide poblacional.
Y Miguel Ángel García, profesor colaborador de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, nos recuerda que el abultado déficit en el comercio exterior de 2008 (-9,6% del PIB) fue la demostración del grado de debilidad del tejido productivo español después del ciclo expansivo y que el esfuerzo realizado para revertir esa situación se ha apoyado en una devaluación interna.
Para él, la solución de futuro pasa por moderar a corto plazo el crecimiento de las rentas “para mantener la competitividad conseguida, pero con una distribución más equilibrada entre trabajadores y empresas”.
Por último, Juan Ramón Cuadrado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, reconoce que “hay cada vez más dudas sobre la excelente trayectoria de las exportaciones españolas”, y, a su juicio, la mejora de la competitividad de los productos españoles que se ha exhibido como un éxito “puede haber alcanzado ya su techo” porque España no puede competir simplemente vía precios y costes bajos.
Por ello, Cuadrado apuesta por las exportaciones de servicios, más allá del turismo y considera que “la política comercial debe apoyar y afianzar la vocación exportadora de las empresas que operan en estos sectores, que en muchos casos no son ni deben ser grandes empresas”.
“Crisis de la balanza de pagos”
Más cáustico que los anteriores se muestra, si cabe, José Carlos Díez, uno de los economistas de moda y autor de Hay vida después de la crisis, quien, en el artículo “El mantra de la exportación”, publicado en El País el pasado 18 de julio, nos habla de la “crisis de la balanza de pagos”.
“La recuperación de la demanda interna es positiva, pero con las exportaciones estancadas provoca déficit por cuenta corriente. Y la rebaja de IRPF reducirá aún más el ahorro y aumentará el déficit exterior. Esto confirma que el Gobierno tenía y tiene un diagnóstico erróneo de los problemas de la economía española. España sufre una crisis de balanza de pagos de manual. Nuestra deuda externa es ya del 100% del PIB y ha aumentado 10 puntos en los dos últimos años”, concluye.
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