En su homilía, monseñor Juan Ignacio González dijo al nuevo presbítero que "al recibir el Sacramento del Orden, una vez más se iniciará en ti una nueva transformación, fruto de la llamada que has recibido y que libremente has seguido, proceso de conversión íntimo y fruto de la respuesta a la vocación. Hoy le dices al Señor que quieres seguirlo y aceptar fielmente cumplir su voluntad como su ministro y enviado en medio de los hombres".
Además destacó que "esta transformación la realiza el Espíritu Santo en cada sacerdote, pero es preciso dejarse mover y eso exige del sacerdote una escucha atenta de la Palabra de Dios, mediante la meditación de lo que Dios nos ha revelado y de aquí surge la necesidad de ser un hombre de oración. Diríamos de oración larga y acción corta".
"Sacerdote que no ora largamente, primero vive de las reservas, luego de los recuerdos y luego se marchita y muere o termina hiriendo el Cuerpo de la Iglesia. Cuantas crisis que la Iglesia sufre se deben a nuestra falta de oración, cuantos que pierden el camino lo hacen por alumbrarlo con la antorcha de la oración silenciosa, humilde y perseverante", agregó finalmente.
Un momento de gran emoción se vivió cuando el prelado en compañía del clero diocesano impuso sus manos al recién ordenado sacerdote, el que luego, en medio de aplausos y vítores, fue oficialmente presentado a la comunidad asistente.
Arículo publicado por Gaudium Press
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