El Caso Bourne: Una saga que brotó de un thriller modesto

Jason Bourne vino para recordarle a James Bond que no estaba solo. Basado en las novelas de Robert Ludlum, el personaje aterrizó en los cines de todo el mundo en el año 2002 con El caso Bourne.

Se trataba de un thriller modesto, sin grandes pretensiones y no especialmente caro, solo 60 millones de dólares. Además Matt Damon no era lo que es hoy y nadie estaba muy seguro de lo que iba a pasar con aquella película.

Por si fuera poco detrás de la cámara estaba Doug Lima, un cineasta sin grandes títulos en su haber que solo despegó tras el éxito sorpresa que supuso el film que nos ocupa para hacer insípidas películas de encargo como Sr. y Sra. Smith, Jumper o Al filo del mañana.

No obstante, detrás de la cinta de Lima había un nombre a tener en cuenta, el guionista Tony Gilroy, el verdadero responsable del éxito de Bourne en la sombra.

Fue el escritor el que dio en el clavo cuando se quedó con lo mejor del personaje de Ludlum y confeccionó a un espía sin pasado cuyos traumas se parecían mucho a los de una sociedad como la americana que acaba de sufrir el mayor atentado de su historia en pleno centro de Manhattan.

El 11-S cambió muchas cosas y en realidad El caso Bourne fue una consecuencia de esto.

Sin embargo, todos estamos de acuerdo en esto, la serie Bourne no habría sido lo que hoy es si se hubiera quedado aquí o si hubiera seguido por el mismo camino.

No nos engañemos, en realidad El caso Bourne es una película modesta. Tenía un personaje con posibilidades pero nada como lo que llegó a ser. Cuando Paul Greengrass se hizo con las riendas de la saga revitalizó y convulsionó a Jason Bourne.

A mí no me gusta como filma, me parece confuso y que no tiene ni idea de cómo va a montar las escenas cuando las rueda pero entiendo que guste.

Greengrass tiene la capacidad de imprimir ritmo, tensión y nervio con sus imágenes y si además cuenta con un guion de Gilroy mucho mejor.

De hecho, no han sido pocos los que le han reprochado a la última película de la serie, Jason Bourne, precisamente esto, que no estuviera Gilroy.

Ellos no lo sabían, pero en realidad el problema de este último capítulo del amnésico agente secreto es, ni más ni menos, la ausencia de Gilroy.

El guionista y ocasional director debió de abandonar el proyecto cuando pensó que el público que disfrutaba con Jason Bourne era un espectador adulto y escribió y dirigió El legado de Bourne sin Matt Damon y nadie fue a verla. Una pena porque probablemente sea la mejor película de la serie.

En todo caso ahí queda El caso Bourne como una rareza dentro de las sagas de Hollywood. Una película con un director mediocre, un guión sólido y un actor en un papel que aunque limitado (como el intérprete), parece que nació para encarnarlo.

Bourne siempre será ese agente taciturno, violento y frío que le debe tanto a James Bond como 007 a Bourne.

6:03:00 a.m.

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