“Aquí, junto al altar, hay una imagen de la Virgen María venerada por Juan Pablo II en el santuario de Calvaria. Ella, nuestra Madre, nos enseña cómo la experiencia vivida aquí en Polonia puede ser fecunda; nos dice que hagamos como ella: no desperdiciar el don recibido, sino custodiarlo en el corazón, para que germine y dé fruto, con la acción del Espíritu Santo”, señaló el Pontífice.
“De este modo –aseguró–, cada uno de ustedes, con sus limitaciones y fragilidades, podrá ser testigo de Cristo allá donde vive, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones y en los grupos, en los ambientes de estudio, de trabajo, de servicio, de ocio, donde quiera que la providencia los guie en su camino”.
El Papa agradeció a los jóvenes peregrinos por haber “llenado Cracovia con el entusiasmo contagioso de su fe. San Juan Pablo II ha disfrutado desde el cielo, y les ayudará a llevar por todo el mundo la alegría del Evangelio”.
Francisco les recordó que “en estos días hemos experimentado la belleza de la fraternidad universal en Cristo, centro y esperanza de nuestra vida. Hemos escuchado su voz, la voz del Buen Pastor, vivo en medio de nosotros”.
“Él ha hablado al corazón de cada uno de ustedes: los ha renovado con su amor, los ha hecho sentir la luz de su perdón, la fuerza de su gracia. Les ha hecho experimentar la realidad de la oración. Ha sido una ‘oxigenación’ espiritual para que puedan vivir y caminar en la misericordia una vez que hayan regresado a sus países y a sus comunidades”, afirmó.
Finalmente, antes de iniciar el rezo de la oración mariana, el Papa Francisco anunció que la próxima Jornada Mundial de la Juventud será en 2019 en Panamá.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 31 de julio de 2016
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